Jorge Luis Borges: Biografía, Libros y Poesías

Como el más universal de los escritores argentinos del siglo XX se ha reconocido a Jorge Luis Borges. Escribió Jorge Luis Borges libros de cuentos, poesías, ensayos y otros diversos formatos literarios encontrándose en ellos una intrincada noción del tiempo, el espacio, el destino y la verdad que ha hecho de su estilo algo incomparable. Entérate a continuación de su biografía, obras y mucho más.

Jorge luis borges libros

Jorge Luis Borges

Nacido un 24 de agosto de 1899 en la ciudad de Buenos Aires bajo el nombre de Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo, fue un autor de relatos, ensayos y poemas así como intérprete y un personaje primordial tanto para las letras de habla castellana como para las universales.

En los años cuarenta fueron editados Ficciones y El Aleph, sus dos textos más populares, los cuales son compilaciones de relatos entrelazados por temas afines como los sueños, los laberintos, la filosofía, los libros, los espejos, escritores ficticios y mitologías de Europa.

Los trabajos de Borges han sido de gran contribución a la literatura filosófica y al género ficticio, y definen, de acuerdo a cuantiosos críticos, el inicio del movimiento del realismo mágico en las letras hispanoamericanas del siglo XX.

Tras nacer en un suburbio bonaerense, en 1914 Borges se trasladó con toda su familia a Suiza, donde realizó estudios en el Collège de Genève. Viajarían ampliamente por Europa, inclusive por España. Luego de retornar a Argentina en 1921, Borges comenzó la publicación de sus poemas y ensayos en boletines literarios surrealistas e igualmente se desempeñó como bibliotecario, maestro y conferenciante.

Fue designado en la dirección de la Biblioteca Nacional de la República Argentina y catedrático de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires en 1955. Su ceguera se hizo total al llegar a la edad de 55 años. Numerosos estudiosos han propuesto que su creciente ceguera lo llevó a concebir símbolos literarios renovadores por medio de la imaginación.

A lo largo de los años sesenta, su labor fue llevada a otros idiomas y editado en los Estados Unidos y en Europa. En 1961 alcanzó la celebridad internacional al obtener el primer Premio Formentor, que obtuvo junto a Samuel Beckett. Fue galardonado con el Premio Jerusalén de 1971.

Su prestigio internacional se fortaleció en esos años, amparado por la existencia de las traducciones al inglés de su labor, por lo exitoso de Cien Años de Soledad de García Márquez y por el auge latinoamericano, pese a que su participación en este último fue relativa. Borges ofrendó su último libro, Los Conjurados, a la ciudad de Ginebra,​ en la cual fallecería en 1986.

El autor J. M. Coetzee apuntó en su libro acerca de Borges que «él, más que ninguno, reformó el lenguaje de la ficción, despejando así el camino a una nueva camada de novelistas hispanoamericanos». Laureado con cuantiosas distinciones,​ fue asimismo controvertido por sus posiciones políticas conservadoras: su relevancia sigue siendo debatida, sobre todo por la probabilidad de que éstas le hayan impedido alcanzar el Premio Nobel de Literatura,​ al que fue postulado por casi tres décadas.

Primeros Años

Borges estimaba que había recibido dos tradiciones de sus antecesores: una militar y otra culta. Su registro genealógico lo vincula con eminentes familias argentinas de linaje criollo y anglosajón, así como igualmente portugués.

Procede de militares que fueron parte del proceso independentista Argentino, como Francisco Narciso de Laprida, que encabezó el Congreso de Tucumán y suscribió el Acta de la Independencia; Francisco Borges Lafinur, su abuelo por padre, un coronel uruguayo; Edward Young Haslam, su bisabuelo por padre, un poeta romántico que publicó uno de los primeros diarios ingleses del Río de Plata, el Southern Cross.

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Así como también de Manuel Isidoro Suárez, su bisabuelo por madre, quien fue un coronel de las contiendas emancipadoras; Juan Crisóstomo Lafinur, su tío por padre, un bardo argentino redactor de composiciones románticas y patrias y catedrático de Filosofía; Isidoro de Acevedo Laprida, su abuelo por madre, un militar que peleó contra Juan Manuel de Rosas.

Su progenitor, Jorge Guillermo Borges, el cual era parte de una familia oriunda de Portugal,​ fue un abogado argentino, natural de Entre Ríos, quien impartía lecciones de psicología. Era un voraz lector y detentaba  inclinaciones literarias que condensó en una novela, El Caudillo, y uno que otro poema. Sumado a ello realizó la traducción de Omar Jayyam desde la versión inglesa de Edward FitzGerald.

En 1970, Jorge Luis rememoraba a su padre en estos términos: «Él me confesó el poder de la poesía: la circunstancia de que, además de ser un medio para comunicarse, son símbolos colmados de magia y música».

Su progenitora, Leonor Acevedo Suárez, era de origen porteño, a pesar de que algunos la consideran uruguaya puesto que sus padres eran orientales.​ Su esposo le enseño inglés y logró hacer la traducción de algunas obras al español. La familia de su progenitor era de ascendencia española, portuguesa e inglesa; la de su madre, española y posiblemente  portuguesa. En su hogar, además de castellano se hablaba inglés​ por lo que Jorge Luis fue criado como bilingüe.

A los ocho meses de gestación, vio la luz Jorge Luis, un 24 de agosto de 1899, en una vivienda porteña de fines del siglo XIX de portal y pozo, dos objetos que se reiteran como un eco en sus poesías. La dirección de su casa natal era  calle Tucumán 840, pero su niñez tuvo lugar algo más al norte, en Serrano 2135, en la barriada porteña de Palermo.

Su vinculación con la literatura se inició muy precozmente ya que a los cuatro años ya leía y escribía. A sus 71 años comentaría que «Si tuviese que destacar el hecho fundamental de su existencia, señalaría a la biblioteca de mi padre. Ciertamente, creo no haber salido jamás de ese lugar. Es como si aun la estuviese viendo… me acuerdo nítidamente de los estampados en acero de la Chambers’s Encyclopedia y de la Británica».

En 1905 empezaron sus lecciones iniciales con una educadora británica.​ Para el próximo año redactó su relato precursor, La Visera Fatal, fundamentándose en páginas del Quijote. Adicionalmente, delineó en inglés un corto ensayo acerca de mitología griega. Estando en sus nueve años realizó la traducción del inglés El Príncipe Feliz, de Oscar Wilde,​ escrito que se publicó en el diario El País suscrito por Jorge Borges (h).

​En la barriada de Palermo, que por entonces era un sector marginal de inmigrantes y bandoleros, supo de las correrías de «los compadritos» que luego estuvieron presentes en sus ficciones. Borges se incorporó al colegio de forma directa al cuarto grado.​

El comienzo de su enseñanza formal a los 9 años y en una escuela pública fue una vivencia traumática para Borges, cuyos condiscípulos se burlaban de aquel sabelotodo, que vestía anteojos, se trajeaba como un niño adinerado, no mostraba interés por los deportes y tartamudeaba

A través de los cuatro años de su estancia en ese colegio, Borges no llegó a aprender mucho más que ciertas frases en lunfardo (jerga callejera de Buenos Aires) y algunas formas para pasar inadvertido. Para 1914 su padre se vio forzado a dejar su profesión, y jubilarse de profesor a causa de la misma ceguera creciente y hereditaria que décadas más tarde aquejaría su hijo. Fue a Europa con su familia para ser sometido a un apropiado tratamiento oftálmico.

Para resguardarse de la Primera Guerra Mundial, se asentaron en Ginebra (Suiza), lugar en el cual un jovial Borges y su hermana Norah, la cual nació el 4 de marzo de 1901, acudirían a la escuela. Borges aprendió francés y asistió al bachillerato en el Liceo Jean Calvin.​

El entorno en aquella institución de vena protestante era totalmente distinto al de su anterior colegio de Palermo. Sus estudiantes, muchos de ellos venidos de fuera como él, reconocían ahora sus conocimientos y talento y no se mofaban de su tartamudez.

En ese tiempo leyó particularmente a los prosistas del Realismo francés y a los bardos expresionistas y simbolistas, sobre todo a Rimbaud. A su vez, llegó a descubrir a Schopenhauer, Nietzsche, Mauthner, Carlyle y Chesterton. Con la simple ayuda de un diccionario llegó a aprender por su cuenta el alemán y redactó sus versos iniciales en francés.​

Merced a la finalización de la guerra y tras la muerte de su abuela materna, la familia Borges parte a España en 1919. Primeramente se establecieron en Barcelona y luego se mudaron a Palma de Mallorca. En esta localidad, Borges redactó dos libros que no editó: Los Ritmos Rojos, poemas de alabanza a la Revolución rusa, y Los Naipes del Tahúr, un texto de cuentos.

En Madrid y en Sevilla hace parte del movimiento literario ultraísta, que más adelante dirigiría en Argentina y que tendría un poderoso influjo en su primera obra lírica. Contribuyó con poesías y con comentarios literarios en las revistas Ultra, Grecia, Cervantes, Hélices y Cosmópolis.

En ese tiempo conoce a su futuro cuñado, Guillermo de Torre, y a algunos de los más importantes escritores españoles de dicha etapa, como Rafael Cansinos-Assens, con quien se reunía en el famoso Café Colonial y a quien siempre estimó como su maestro, Ramón Gómez de la Serna, Valle Inclán y Gerardo Diego.​

Inicios de su Carrera Literaria

El 4 de marzo de 1921, en compañía de su abuela paterna, Frances Haslam (la cual se les había aunado en Ginebra en 1916), sus progenitores y su hermana, Borges emprendió viaje desde el puerto de Barcelona en el navío Reina Victoria Eugenia, que los retornaría a Buenos Aires.

En dicho embarcadero les aguardaba el autor, filósofo de la paradoja y humorista surrealista Macedonio Fernández, un amigo que heredó de su padre. Su arribo a la ciudad condujo al poeta a una vinculación entusiasta de «descubrimiento» con su ciudad nativa.

De esa manera empezó a hacer de las barriadas suburbanas un mito, en los cuales fundaría parte de su continua idealización de la realidad. Estando en Buenos Aires editó en la revista española Cosmópolis, creó la revista mural Prisma (de la que sólo se emitieron dos números) y asimismo publicó en Nosotros, bajo la dirección de Alfredo Bianchi.

En ese tiempo conoció a Concepción Guerrero, una muchacha de dieciséis años de quien se encariñó. En 1922, en unión de Eduardo González Lanuza, fue de visita con Leopoldo Lugones para otorgarle el último ejemplar de Prisma.

Para agosto de 1924 creó la revista ultraísta Proa en unión de Ricardo Güiraldes, escritor de Don Segundo Sombra; Alfredo Brandán Caraffa y Pablo Rojas Paz, a pesar de que gradualmente se iría retirando de esa estética. ​En 1923, el día previo de un segundo viaje a Europa, Borges editó su libro inicial de poesía, Fervor de Buenos Aires, en el que se prefigura, de acuerdo a las palabras del mismo Borges, toda su obra subsiguiente.

Fue una publicación en la que se filtraron algunas erratas y que, adicionalmente, no tenía prólogo. Para su portada su hermana Norah diseño un grabado. Se publicaron cerca de trescientos ejemplares; los pocos que se preservan son estimados como tesoros por los bibliófilos y en algunos se observan enmiendas manuscritas hechas por el mismo Borges. Fue en Fervor de Buenos Aires donde reveló que, al fin, «mis entrañas son las calles de Buenos Aires».

Son treinta y tres poesías heterogéneas que hacen referencia a un juego de cartas (el truco), a Juan Manuel de Rosas, o a la exótica Benarés; sin economizar el espacio para recrearse en un patio sin nombre de Buenos Aires, «en la amistad sombría / de un zaguán, de una parra y de un pozo». Acerca del espíritu de este texto ha escrito Borges que «en dicho tiempo estaba en busca de atardeceres, las barriadas y la desgracia».​

Tras un año en España y establecido de manera definitiva en su ciudad natal desde 1924, Borges contribuyó en algunas revistas literarias y con dos textos adicionales, Luna de Enfrente e Inquisiciones, que jamás reeditó, alcanzaría para 1925 notoriedad como jefe de la más joven vanguardia. En las próximas tres décadas Borges se convertiría en uno de los más sobresalientes y más polémicos autores de América.

Harto del ultraísmo que él mismo había importado de España, trató de crear una nueva clase de regionalismo, arraigado  en una panorámica metafísica de la realidad. Redactó cuentos y poemas acerca del suburbio porteño, acerca del tango, acerca de fatales peleas de cuchillo, como Hombre de la Esquina Rosada y El Puñal.

Prontamente se hastió igualmente de este «istmo» y comenzó a conjeturar por escrito acerca de la narrativa fantástica o mágica, hasta llegar a producir por veinte años, de 1930 a 1950, algunas de las más excepcionales ficciones del siglo XX: Historia Universal de la Infamia, Ficciones, El Aleph, y demás. Más adelante contribuyó, entre otras publicaciones, en Martín Fierro, una de las revistas esenciales de la historia de las letras argentinas de la primera parte del siglo XX.

Esa revista debatió acerca de sus propios autores, que en el contexto de congregarse en las fuentes de soda céntricas como la llamada Richmond se denominaron como Grupo Florida, versus los autores que publicaban en la Editorial Claridad y se agrupaban en el Café El Japonés reconocidos como Grupo Boedo, permaneciendo dicha rivalidad en la crónica de la literatura argentina, a pesar de que Borges le restaría importancia a posteriori.

Pese a su educación europeísta, defendió sus raíces argentinas y en sobre todo las porteñas, en poemarios como Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de Enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929). Redactó letras de tangos y milongas, si bien evitó «la sensiblería del desconsolado tango-canción» y el uso sistemático del lunfardo, que «insufla un aire artificioso a las simples coplas».

En sus letras y ciertas narraciones se relatan las dudosas proezas de los cuchilleros y compadres, a los que exhibe en toda su despojada bestialidad aunque dentro de un entorno trágico, cuando no casi heroico. En 1930 Borges editó el ensayo Evaristo Carriego merced al editor Manuel Gleizer y prologó una exhibición del pintor uruguayo Pedro Figari.

Sumado a ello, llegó a conocer a un joven escritor de apenas 17 años, que se haría su amigo y con quien publicaría muchos textos, Adolfo Bioy Casares. ​En la primera entrega de la revista Sur, conducida por Victoria Ocampo, Borges contribuyó con un artículo para el coronel Ascasubi.

En ese número inicial, editado en 1931, igualmente colaboraron la propia Victoria Ocampo, Waldo Frank, Alfonso Reyes Ochoa, Jules Supervielle, Ernest Ansermet, Walter Gropius, Ricardo Güiraldes y Pierre Drieu La Rochelle.

​Un par de años después Borges editó una serie de ensayos y crítica literaria denominada Discusión, la que comprende temáticas tan variadas como la poesía gauchesca, la Cábala, contenido filosófico, el arte narrativo y hasta sus comentarios acerca de clásicos del cine. El 12 de agosto de 1933, en unión a Ulyses Petit de Murat, se inició en la dirección de la Revista Multicolor de los Sábados, boletín cultural impreso a color del periódico populista Crítica que se mantendría hasta octubre de 1934.

En 1935 publicó Historia Universal de la Infamia, una colección de relatos cortos, entre ellos, Hombre de la Esquina Rosada.​ Allí mantiene su interés por el perfil mítico de Buenos Aires comenzado en Evaristo Carriego. Al próximo año se editaron los ensayos de Historia de la Eternidad, en los cuales, entre otros contenidos, Borges investiga acerca de la metáfora. En la publicación quincenal El Hogar, dio inicio a la columna de comentario de libros y autores foráneos hasta 1939.

Allí editó cada quincena una enorme cantidad de notas bibliográficas, biografías resumidas de autores y ensayos. Fue parte igualmente de la revista Destiempo, publicada por Adolfo Bioy Casares y Manuel Peyrou, con ilustraciones de Xul Solar. Para la editorial Sur realizó la traducción de A Room of One’s Own, de Virginia Woolf y al subsiguiente año la de la novela Orlando de la misma escritora. Para 1940 hizo pública la Antología Clásica de la Literatura Argentina.

El Borges innovador y más tarde pastoril se convirtió en los años 1930 al Borges de la revista Sur, con su cosmopolitismo de elevado vuelo; al Borges abstracto que conjeturó acerca del tiempo y el espacio y lo eterno, la vida y la muerte y la existencia o no de un destino para el hombre.

Al Borges que hace ostentación de sabiduría y que ya esboza sus célebres textos trampa: críticas exhaustivas, por ejemplo, de libros que nunca han existido, o cuentos que reúnen y fusionan lo real con lo imaginario. Asimismo se advierte un cambio en cuestiones de estilo, una faena de poda en las prosas y los metros, que devienen a ser más clásicos, más nítidos, más simples.

Los últimos años de esta década fueron aciagos para Borges: primero llegó el deceso de la abuela Fanny; luego, la del padre, antecedida de una muy gradual y dolorosa agonía.​ Borges se vio súbita y contundentemente inmerso en el mundo de la adultez responsable.

Tenía que enfrentar lo que todos asumían desde tempranas edades: trabajar, mantener una familia. En esto fue afortunado: con el apoyo del poeta Francisco Luis Bernárdez, comenzó a trabajar en 1938 en la biblioteca municipal Miguel Cané de la barriada porteña de Boedo.

En esta escasamente frecuentada biblioteca pudo continuar haciendo lo que acostumbraba, estar todo el día entre libros, entre lectura y escritura.​ Luego, el mismo Borges sufrió un severo percance, al chocar la cabeza contra una ventana, lo que casi le provoca la muerte por infección y que, mediante sueños plasmara en su cuento El Sur. Mientras convalecía redactó el relato Pierre Menard, Autor del Quijote.

Sus sueños de convalecencia le fueron útiles para redactar páginas extraordinarias; presuntuosas pero urdidas por su peculiar mente de siempre, brillante y aguda. Borges emergió del trance apuntalado en la idea que venía considerando desde tiempo atrás: que la objetividad empírica es tan engañosa como el mundo de las fábulas, pero inferior a éste, y que sólo la inventiva pueden dotarnos de herramientas cognoscitivas de confiar.

En el año 1940 se editó Antología de Literatura Fantástica, en cooperación con Bioy Casares y Silvina Ocampo, quienes ese mismo año se casaron actuando Borges como testigo de bodas. Realizó el prologo del libro de Bioy Casares La Invención de Morel.​ Editó en 1941 Antología Poética Argentina así como el volumen de relatos El Jardín de Senderos que se Bifurcan, pieza por la que recibió el Premio Nacional de Literatura.

Para el próximo año presentó Seis Problemas para Don Isidro Parodi, libro de relatos que redactó en unión a Bioy Casares. Fue suscrito con el seudónimo «H. Bustos Domecq», el cual procede de los bisabuelos «Bustos» de Borges  y «Domecq» de Bioy Casares. Con el nombre Poemas (1923-1943) compiló en 1943 la obra poética de sus tres libros más los poemas editados en el diario La Nación y en la revista Sur.

Hizo público en unión con Bioy Casares, la antología Los Mejores Cuentos Policiales. Para ese tiempo, Borges ya había ocupado un espacio en el restringido círculo de la avanzada  literaria argentina. Su texto Ficciones obtuvo el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE). En sus páginas se encuentra Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, estremecedora e insuperable alegoría del mundo.​

En una velada en la casa de Bioy Casares y Silvina Ocampo, Borges llego a conocer en agosto de 1944 a Estela Canto, una joven encantadora, inteligente, culta y nada convencional, que atrajo su atención (sus nexos usuales en los círculos literarios y sociales era con damas convencionales de la clase media y elevada) y de la cual se encariño sin ser correspondido.

Estela era una mujer presuntuosa y hasta su deceso se vanagloriaba de haber conseguido el amor, y luego la amistad de Borges. Asimismo de haber recibido una sucesión de cartas de amor que evidenciaban hasta donde el escritor de Ficciones, quien aborrecía el sentimentalismo en la literatura, podía ser intensamente sentimental en la vida.

La imagen de Estela sirvió de inspiración a Borges para algunos aspectos de El Aleph, uno de sus sobresalientes cuentos. Él le había dedicado a ella ese cuento y le obsequió el manuscrito original, el cual Estela subastó cuarenta años después en Sotheby’s y fue adquirido por más de 25.000 dólares​ por la Biblioteca Nacional de España.

Retando a su madre, para quien Estela era una falta de clase, Borges le propuso matrimonio. Ese amor no completado, siempre agonizante, acabo a finales de 1952.

En equipo con Silvina Bullrich editó El Compadrito en 1945 y en unión a Bioy Casares redactó en 1946 Un Modelo para la Muerte empleando el seudónimo «B. Suárez Lynch» y, como «H. Bustos Domecq», Dos Fantasías Memorables, libro de crónicas de suspenso policial. Borges realizó la postrer aclaratoria de que «Suárez» procedía de su abuelo y que «Lynch» simbolizaba el flanco irlandés de la familia de Bioy.

Creó y encabezó la revista Los Anales de Buenos Aires (que acabaría tras 23 entregas en diciembre de 1948). En dicha publicación, Borges y Bioy contribuyeron con un nuevo apodo: «B. Lynch Davis». De 1947 a 1948 publicó el ensayo Nueva Refutación del Tiempo y sus Obras Escogidas. Para 1949 se editó su famosa pieza narrativa El Aleph, texto de género fantástico y que para los comentaristas literarios es casi de modo unánime su mejor compilación de relatos.

Siendo electo Juan Domingo Perón en 1946 como presidente, derrotando así a la Unión Democrática, a la cual Borges había apoyado, hizo que se manifestara en éste su abierta oposición al nuevo gobierno. Su reputación de antiperonista le hizo compañía toda su vida.

Borges se vio forzado a dimitir a su empleo como bibliotecario al ser designado «Inspector de Mercados de Aves de Corral» por el régimen. Su madre y su hermana, igualmente antiperonistas, fueron apresadas por la policía. Esto da sentido a sus cuantiosos insultos contra el peronismo: «Los peronistas no representan ni la bondad ni la maldad, son inreformables», o «el peronismo es algo ilógico», o «los peronistas son personas que aparentan ser peronistas para obtener ventajas».

De acuerdo a él, fue contrario al peronismo ya que era «liberticida y de cepa fascista». Borges tuvo que transformarse por necesidad en conferenciante ambulante por varias provincias de Argentina y Uruguay. Para lo cual hubo de superar su tartamudeo y timidez con apoyo médico. Se vio igualmente en la necesidad de emprender actividades docentes como maestro de literatura inglesa en el Instituto Libre de Segunda Enseñanza y, después, en la Universidad Católica.

Madurez

El alba de los años 1950 marcó el comienzo de la notoriedad de Borges dentro y fuera de su país. La Sociedad Argentina de Escritores lo designó presidente en 1950, posición a la que dimitiría tres años después. Impartió conferencias en la Universidad de la República de Uruguay, en la cual se presentó su ensayo Aspectos de la Literatura Gauchesca. Publicó en México Antiguas Literaturas Germánicas, redactado junto a Delia Ingenieros.

Igualmente en ese mismo año se editó en París la primera traducción en francés de su narrativa (Fictions) y en Buenos Aires la colección de relatos La Muerte y La Brújula. En 1952 hicieron su aparición los ensayos de Otras Inquisiciones y se reeditó un ensayo acerca de lingüística porteña denominado El Idioma de los Argentinos, en conjunto con El Idioma de Buenos Aires de José Edmundo Clemente. Se publicó igualmente la segunda edición de El Aleph, con nuevos relatos.

Ciertos relatos de este libro fueron trasladados al francés por Roger Caillois y editadas en París en 1953 con el nombre de Labyrinthes. Ese año Borges hizo público El Martín Fierro, escrito que tuvo una segunda edición ese mismo año. Bajo el miramiento de José Edmundo Clemente, la editorial Emecé empezó a publicar sus Obras Completas. Para 1954 el director de cine Leopoldo Torre Nilsson realizó el filme Días de Odio, en base en el relato de Borges Emma Zunz.

Luego del golpe militar, llamado Revolución Libertadora, que depuso al gobierno peronista, Borges fue nombrado en 1955 director de la Biblioteca Nacional, posición que mantendría por unos 18 años. Para diciembre de ese mismo año fue integrado a la Academia Argentina de Letras. Hizo público Los Orilleros, El Paraíso de los Creyentes, Cuentos Breves y Extraordinarios, Poesía Gauchesca, La Hermana Eloísa y Leopoldo Lugones.

Fue confirmado, además, en la cátedra de Literatura Alemana y, después, como encargado del Instituto de Literatura Alemana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Le fue dedicado por la revista Ciudad un texto crítico y bibliográfico acerca de su obra. Vio la luz Ficciones en italiano, con el nombre de La Biblioteca di Babele. Luego de varios percances y algunas cirugías, un oftalmólogo le restringió la lectura y la escritura.

Pese a que aún reconocía luces y sombras, esta restricción modificó profundamente su actividad literaria. Borges se fue encegueciendo a causa de la enfermedad hereditaria que había ya aquejado a su padre.

El hecho no fue súbito, ciertamente fue un proceso; como fuese, esto no le imposibilitó proseguir con su carrera de autor, ensayista y conferenciante, así como igualmente no significó para él el retiro de la lectura (ya que le leían en voz alta), ni el estudio de nuevas lenguas.​ El haber sido designado encargado de la Biblioteca Nacional y, en el mismo tiempo, comprender el empeoramiento de su ceguera fue advertido por Borges como una paradoja del destino.

Él mismo la refirió en una conferencia veinte años más tarde: «Gradualmente fui entendiendo la curiosa ironía de los hechos. Yo siempre me imagine al Paraíso como una especie de una biblioteca. Ahí me encontraba yo, siendo, de alguna forma, el centro de novecientos mil ejemplares en distintas lenguas. Evidencié que solo podía reconocer las carátulas y los lomos.

En 1956 pronunció el curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires, fue designado catedrático titular en la misma institución, obtuvo un doctorado Honoris Causa de la Universidad de Cuyo y fue designado presidente de la Asociación de Escritores Argentinos.

En Montevideo juzgó con aspereza al peronismo derrocado y defendió a la Revolución Libertadora. Por su solidaridad con la nueva jefatura fue muy criticado por Ernesto Sabato, Ezequiel Martínez Estrada y otros.

Sabato y Borges proseguirían, si bien no siendo rivales, «distanciados» por razones políticas hasta 1973, cuando, con motivo de un encuentro fortuito en una biblioteca, Orlando Barone decidió fomentar un ciclo de reuniones, en las que los dos autores polemizaron acerca de letras, filosofía, cine, gramática y otros asuntos. Como resultado de ellas se editó un libro: Diálogos: Borges-Sabato.

De 1957 a 1960 editó Manual de Zoología Fantástica y El Hacedor, una serie de textos cortos y poemas ofrendada a Leopoldo Lugones. Produjo otra actualización de Poemas y editó en el diario La Nación el poema Límites. Bajo su encargo se principio la segunda temporada de la revista La Biblioteca y, en cooperación con Bioy Casares, editó la selección Libro del Cielo y del Infierno.

Los libros de Borges prosiguieron llevándose a otros idiomas:​ en este lapso en particular Otras Inquisiciones fue trasladado al francés con el título Enquêtes, El Aleph al alemán con el nombre Labyrinthe y una antología de cuentos de El Aleph y Ficciones al italiano como L’Aleph. En esta etapa igualmente aparecieron los tomos sexto a noveno de las Obras Completas. En el 1960 se relacionó con el Partido Conservador.

En 1961 dividió con Samuel Beckett el Premio Internacional de Literatura (10 mil dólares), concedido por el Congreso Internacional de Editores en Formentor, Mallorca. Este relevante galardón lo promocionó internacionalmente y le brindó la posibilidad de que sus trabajos fueran llevados a muchos idiomas (inglés, francés, alemán, sueco, noruego, danés, italiano, polaco, portugués, hebreo, persa, griego, eslovaco y árabe, entre otros). Se hizo pública su Antología personal, publicada por Sur.

 

Se trasladó con su madre a Estados Unidos, convidado por la Universidad de Texas y por la Fundación Tinker, de Austin. Allí pronunció disertaciones y cursos acerca de literatura argentina por un semestre. En Nueva York se publicó una selección de sus relatos denominada Labyrinths y se trasladó al alemán Historia Universal de la Infamia. En 1962 hizo su debut el filme Hombre de la Esquina Rosada, en base a su cuento homónimo, que fue dirigida por René Mugica.

Concluyó una biografía acerca del poeta Almafuerte. Acompañado de su madre, fue a Europa en 1963 y brindó cuantiosas conferencias. De retorno a Buenos Aires finalizó una selección sobre Evaristo Carriego.

Con la ayuda de María Esther Vázquez publicó Introducción a la Literatura Inglesa en 1965 y Literaturas Germánicas Medievales en 1966. Al año subsiguiente se publicó Introducción a la Literatura Norteamericana, redactado en equipo con Esther Zemborain y Crónicas de Bustos Domecq, junto a Bioy Casares.

Se publicaron adicionalmente, sus milongas y tangos en el texto Para las Seis Cuerdas, dibujado por Héctor Basaldúa, y su relato La Intrusa. El 21 de septiembre de 1967 Borges, a sus 68 años, se desposó por iglesia con Elsa Astete Millán, viuda de 57 años. En su primera etapa, la pareja residió en la casa de él, conviviendo con Leonor Acevedo. Elsa recuerda que la madre del autor no se entrometió para dañar la relación.

Sin embargo, de acuerdo a los amigos de Borges, la envidia de Doña Leonor era terrible. Tras unos meses del casamiento, la pareja se trasladó a un departamento, en el cual experimentaron por vez inicial el vivir juntos y solos, y fue allí cuando la animadversión entre su conyugue y su madre fue más virulenta y el autor tuvo que comenzar a visitar secretamente a Leonor. Esa vivencia, además, conduciría a la pareja a encarar de manera definitiva la realidad: la convivencia era insoportable.

En una entrevista hecha pública en 1993, Elsa reconoció su infelicidad junto a Borges: «Era retraído, reservado y nada cariñoso. Era abstracto, impredecible. Llevaba su vida en un mundo irreal».​ Su unión se mantuvo hasta octubre de 1970. De 1967 a 1968 el autor pronunció en la Universidad de Harvard seis conferencias acerca de poesía, algunas de sus especulaciones eran en lo relativo al Poema Perfecto.

Para 1968, con la ayuda de Margarita Guerrero, editó un alargamiento del Manual de Zoología Fantástica bajo el nombre El Libro de los Seres Imaginarios. Hizo su aparición en ese año su Nueva Antología Personal. Fue a Santiago de Chile para acudir al Congreso de Intelectuales Antirracistas y a Europa e Israel para dictar algunas conferencias. El realizador Hugo Santiago dirigió el filme Invasión, con guión de Bioy y Borges.

En 1969 ordenó y enmendó dos volúmenes  de poemas: El Otro, El Mismo y Elogio de la Sombra, el cual alcanzó dos ediciones ese mismo año. Con dibujos del pintor Antonio Berni, se publicó su traducción y selección de Hojas de Hierba, de Walt Whitman. Tras algunos años sin hacer público cuentos, compiló varios relatos en El Informe de Brodie, libro editado en agosto de 1970.

Sus Últimos Años

El cuento largo denominado  El Congreso fue publicado por Borges en Buenos Aires en 1971. Al año subsiguiente se traslada a Estados Unidos, donde obtiene muchas distinciones y dictó conferencias en variadas universidades. A su retorno a Buenos Aires editó el libro de poemas El Oro de los Tigres y el 24 de agosto, fecha de su cumpleaños, recibe un homenaje único: la publicación de manera  privada de su relato El Otro.

En 1973 fue proclamado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y, simultáneamente pidió su jubilación como encargado de la Biblioteca Nacional. En Milán, Franco María Ricci editó el relato El Congreso en una edición de gran lujo  con letras de oro. El texto de poesía La Rosa Profunda y la selección de relatos El Libro de Arena se hicieron públicos en 1975, en conjunto con la recopilación Prólogos.

Se realizo el estreno, adicionalmente, del filme El Muerto, acerca de un cuento homónimo, con la dirección de Héctor Olivera. Frente a un nuevo triunfo del peronismo, Borges persistió en rememorar al primer gobierno de Perón como «los años de infamia». En 1975 murió su madre, a los noventa y nueve años. Desde ese instante Borges haría sus viajes junto a una ex-discípula, luego secretaria y, finalmente en la vejez de Borges, su segunda esposa, María Kodama.

En 1986, al saberse aquejado de cáncer y temiendo que su aflicción fuese un espectáculo en todo el país,​ resolvió mudarse a Ginebra, ciudad a la cual estaba unido por un profundo amor y a la que Borges había nombrado como una de sus patrias. El 26 de abril se desposó, mediante poder, con María Kodama, de acuerdo con Acta de esa fecha registrada en Colonia Rojas Silva, Paraguay. Murió el 14 de junio de 1986 a los 86 años afectado por un cáncer de hígado y un enfisema pulmonar.

De acuerdo al relato de Adolfo Bioy Casares, acudió a su deceso su traductor al francés, Jean-Pierre Bernès, quien señala que «falleció pronunciando el Padrenuestro. El cual dijo en anglosajón, inglés antiguo, inglés, francés y español.» Siguiendo su última voluntad, sus restos reposan en el cementerio de Plainpalais.

​La lápida, elaborada por el escultor argentino Eduardo Longato, está hecha de piedra blanca y rugosa. En lo elevado de su cara frontal se puede leer Jorge Luis Borges y, abajo, «And ne forhtedon na», anexo a un grabado redondeado con siete guerreros, una modesta cruz de Gales y los años «1899/1986».​ El rótulo «And ne forhtedon na», escrita en anglosajón, quiere decir «Y que no temieran».

En el reverso de la lápida aparece la frase Hann tekr sverthit Gram ok leggr í methal theira bert, que se refiere al capítulo veintisiete de la Saga Volsunga (saga de Noruega del siglo XIII), y significa «El cogió la espada, Gram, y la puso entre ellos desenvainada».​ Este par de versos los empleó igualmente Borges como epígrafe de su relato Ulrica, el cual es parte de El Libro de Arena, único cuento de amor del escritor y cuyo personaje se denomina Javier Otálora.

Debajo de este segundo rótulo se muestra el grabado de una embarcación vikinga, y bajo ésta un tercer rótulo: «De Ulrica a Javier Otárola», lo que posibilita reconocer este último grabado como una dedicación de María Kodama a Jorge Luis Borges. Para febrero de 2009,​ fue presentado un proyecto para mudar sus restos al cementerio porteño de la Recoleta. Ello suscitó una notoria polémica; su viuda María Kodama fue contraria a ello de manera rotunda y por último el proyecto se desechó.

Facetas de Jorge Luis Borges

En una vida pletórica de vivencias no se podía menos que esperar como resultado de ella sino un mundo de amplios conocimientos así como de consideraciones propias acerca de su entorno. Por ello fue parte de diversas tendencias literarias así como su opinión en diversos temas de relevancia siempre fue de gran peso.

Borges y el Ultraísmo

El 25 de enero de 1921 hizo su aparición el número inicial de la revista literaria española Ultra, que, como se puede prever en su nombre, era el medio propagandístico del movimiento ultraísta. Sus contribuyentes más notorios son el mismo Borges, Rafael Cansinos-Assens, Ramón Gómez de la Serna y Guillermo de Torre, quien más tarde se desposaría con Norah Borges.

Así fue definido por el mismo Cansinos: «El ultraísmo es un empeño caudaloso que supera toda restricción escolástica. Es un encaminamiento hacia contantes y repetidas evoluciones, un objetivo de eterna juventud literaria, una anticipada admisión de todo módulo y de toda noción novedosa. Simboliza la responsabilidad de ir progresando con el tiempo.»

Años más adelante, Borges condenaría, y hasta menospreciaría, aquellos inicios de su obra y todo lo vinculado con el ultraísmo. Su vehemencia de un tiempo, de unos años, de 1919 a 1922, prontamente se convirtió en desdén y aun en belicosidad. Muy rápido arribó a estimar como mera futilidad la técnica del poema ultraísta: alineamiento de apreciaciones sueltas, serie de imágenes sensuales, flexibles y atractivas.

El resultado fue que, sin menoscabo de haber contagiado el virus ultraísta a ciertos jóvenes argentinos principiantes de poetas, solo escasos años después, Borges no dudaría en calificar a aquellos ensayos de estériles poemas de la errada secta ultraísta.

Borges y los Cuentos

Así como su coetáneo Vladimir Nabokov y el algo más vetusto James Joyce, Borges mezclaba el apego por su terruño con inclinaciones mucho más amplias. Igualmente compartía su multilingüismo y su encanto por jugar con el lenguaje, pero a distinción de Nabokov y Joyce, los cuales con el pasar del tiempo se dedicaron a la creación de piezas más largas, Borges jamás redactó una novela.

A quienes le recriminaron esa carencia, Borges contestaba que sus predilecciones estaban con el cuento, que es un género fundamental, y no con la novela que fuerza al relleno.​ De los escritores que han tanteado ambos géneros elegía de modo general, sus cuentos. De Franz Kafka, por ejemplo, él afirmaba que eran superiores sus relatos breves que El Proceso.

​En el prólogo de Ficciones aseguró que era un «delirio trabajoso y empobrecedor el de redactar extensos libros; el de extender a 500 páginas una noción cuya perfecta manifestación oral se puede hacer en escasos minutos».

Borges y la Política

La anarquía filosófica de raigambre liberal spenceriana, que aprendió de su padre y nutrido en las pláticas con Macedonio Fernández estigmatizaría a Borges básicamente para un repudio a toda tiranía de tipo personalista. En su juventud mantuvo una activa participación en la Unión Cívica Radical, por influjo de su abuelo Isidoro Acevedo Laprida, amigo personal de Leandro Alem, aunque más tarde, aseguró haberse adherido al Partido Conservador.​

De su desinterés en relación a las utopías políticas es evidencia el abundante anecdotario del escritor. Borges estimó su adhesión al Partido Conservador como «una forma de incredulidad». Se recuerda mucho el siguiente caso: «Cierta mañana de octubre de 1967, Borges conduce su clase de literatura inglesa de la universidad. Un alumno ingresa y lo interrumpe para comunicar el fallecimiento del Che Guevara y el inminente aplazamiento de las clases para ofrecerle un homenaje».

Borges le responde que el homenaje ciertamente puede aguardar. Clima de tensión. El alumno insiste: ‘Ha de ser ahora y usted se retira’. Borges no se somete y grita: ‘Nada que me voy. Y si usted es tan valiente, venga y sáqueme del escritorio’. El alumno amenaza con quitar la luz. ‘He tomado la prevención, replica Borges, de ser ciego aguardando este momento’.

​La misma incredulidad advirtió con relación a lo que hoy denominamos «corrección política». Acerca de un doctorado honoris causa obtenido en los Estados Unidos en 1972, señala a Bioy Casares: «El evento fue obviamente político. De saberlo no hubiese ido. Nos concedieron el título a cuatro personas: dos de piel blanca, un piel roja y un negro. Yo creo que fue solo por racismo, para decir que incluyen a las razas, que nos eligieron».

Le dio prioridad a su desarrollo literario por encima de la política, tuvo una militancia más o menos activa dentro de la oposición radical. Tras la derrota de la insurrección radical de 1933 en Paso de los Libres, Arturo Jauretche se vio forzado al exilio en Montevideo, donde llegó a conocer a Borges, quien había ido de visita con familiares maternos al Uruguay. Jauretche le enseño su poema El Paso de los Libres, en el cual reivindicaba el alzamiento radical.

A Borges le encantó tanto que accedió a redactar el prólogo para la publicación inicial. A través de toda su existencia él intentaría recuperar, resaltar y fomentar la individualidad por sobre lo colectivo. Sobre todo en aquellos movimientos que, cobijados bajo la imagen de un líder con carisma, se reproducían en los años 1930 y 40  en Argentina y el mundo. Borges, lejos de aislarse de los eventos de su época, analizaba y criticaba muchos de ellos en el preciso momento de su suceso.

En la misma publicación, en 1939, redactó su Ensayo de Imparcialidad: «Es probable que un fracaso alemán sea la desgracia de Alemania; es incuestionable que su triunfo sería la ruina y la humillación del planeta. No aludo al ilusorio riesgo de un episodio colonial sudamericano; medito en los imitadores locales, en los Uebermenschen domésticos que el intransigente azar nos otorgaría. Confío que los años nos ayudaran con la afortunada aniquilación de Adolf Hitler, hijo atroz de Versalles».

Se debe resaltar la naturaleza profética de la inquietud de Borges por la proliferación de Übermenschen locales. Para Borges, tal vaticinio se vería consumado en la figura de Perón y su ascenso al poder. Borges es usualmente objetado por ciertos grupos progresistas que lo inculpan de haber respaldado a las dictaduras militares que predominaron en América Latina en la década de 1970.​

De acuerdo a Edwin Williamson,​ ya «durante sus estadías en España, Borges proclamó abiertamente su apoyo a los gobiernos militares de Iberoamérica, desechando a la democracia como una “superstición”». De otro lado, «de la guerra civil española afirmó: “yo apoyaba a los republicanos, pero más adelante me percate, en la paz, de que Franco ameritaba alabanzas”»

Su respaldo a las insurrecciones militares contra el peronismo (en 1955 y en 1976) obedecía al anhelo de que se promoviese una regularización democrática que discriminara al peronismo y al comunismo, más no un gobierno dictatorial. Evidencia de esto son sus ulteriores críticas a la Revolución Libertadora y al Proceso de Reorganización Nacional.

El día que Borges acudió a la sala en la cual se procesaban a las Juntas Militares argentinas redactó un artículo para la agencia española EFE. Lo tituló Lunes, 22 de Julio de 1985.

El conflicto de las Malvinas fue un enfrentamiento armado entre Argentina y el Reino Unido acontecido en las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur del 2 de abril al 14 de junio de 1982 por el dominio sobre estos archipiélagos australes arrebatados a la fuerza en 1833 y controlados desde esa fecha por el Reino Unido.

El resultado final de la contienda fue la retoma de los tres archipiélagos por parte del Reino Unido y el fallecimiento de 649 solados argentinos, 255 británicos y 3 civiles de la isla. En Argentina, el fracaso en el conflicto aceleró la caída de la junta militar que regia el país, y que había relevado a otras juntas militares erigidas después del golpe de Estado de 1976, y el retorno de la democracia como modo de gobierno.

Por otro parte se ha dicho que el triunfo en la confrontación posibilitó al régimen conservador de Margaret Thatcher alcanzar la reelección en los comicios del año 1983. En 1982 Borges censuró la ocupación argentina de las Islas Malvinas, y valoró positivamente las consecuencias del fracaso.

En referencia a ello, señalo Julian Barnes: «En la guerra de Malvinas, (Borges) nos hizo recordar que la responsabilidad del escritor es exponer la verdad más allá de ser popular. Es lo que logró con su comentario, radiante y sagaz, de que la guerra no es sino “dos muchachos enfrentándose por un peine”». Además de esa reflexión, Borges pudo resumir lo insensato de los nacionalismos y de las conflagraciones en su poema Juan López y John Ward.

Borges y la Filosofía

Borges sostuvo una vinculación bastante original con la filosofía. Evidencia de ello son las innumerables alusiones filosóficas que aparecen en su labor ensayística y literaria, así como igualmente su influjo sobre relevantes filósofos e intelectuales contemporáneos, como Michel Foucault, Ilya Prigogine, Richard Rorty, Umberto Eco y Fernando Savater. Sin ser cabalmente filósofo Borges era, sin embargo, un voraz lector de filosofía.

Uno de los componentes originales de su aproximación es que en sus libros las nociones filosóficas se muestran de forma tal que generan en los lectores su vivencia previo a llegar a formarse un concepto. Borges recupera algunas ideas y las simboliza en clave literaria, resaltando lo que éstas tienen de expresivo y de maravilloso, recurriendo al instinto del lector antes que a su percepción conceptual o argumentativa. Las ideas así mostradas son entendidas en toda su fuerza expresiva.

Borges y la Religión

En  toda su existencia, Borges no abrazó ninguna religión y se proclamó en ciertas ocasiones escéptico y otras ateo.​ No obstante, por manifiesto pedido de su madre, católica fervorosa, Borges oraba un padrenuestro y un avemaría antes de irse a la cama,​ y en su lecho de muerte estuvo presente un religioso católico. ​

En 1978, al ser entrevistado por el periodista peruano César Hildebrandt, Borges afirmaba estar seguro de la inexistencia de Dios. ​Igualmente, en su fascinación por las culturas orientales, Borges intentó el budismo, del cual compartió en sus disertaciones y redactó ¿Qué es el Budismo?, junto a Alicia Jurado.

Borges, la Ciencia e Internet

Con el paso del tiempo se dificulta ser un lector de Borges «en el significado ingenuo de la palabra».​ Muchos creen conseguir en cada oración y aún en cada palabra de sus relatos, los más refinados e intrincados mensajes y sub-mensajes, los que son objetivo de nuevas  interpretaciones y contra-interpretaciones.

Es de interés observar que entre las nociones que sirven de base para las fantasías de Borges, en conjunto a las doctrinas filosóficas, o pseudo-filosóficas, se hallan igualmente menciones a ciertos conceptos científicos. Estas últimas han alegrado inmensamente a ciertos críticos que han deseado encontrar en ellas elocuentes precedencias científicas y le asignan así a Borges un vasto conocimiento en la materia.

Esta vehemencia ha sido avivada por numerosas referencias en textos de popularización científica para los que los relatos  de Borges brindan buenas y accesibles ilustraciones de nociones que de otro modo pueden ser sumamente abstractas e ininteligibles para una audiencia no especializada.

En muchos textos científicos se refieren relatos de Borges. ​Así, se alude a La Biblioteca de Babel​ para delinear las contradicciones de los conjuntos infinitos y la geometría fractal, ​menciones a la taxonomía fantástica del doctor Franz Kuhn, en El idioma Analítico de John Wilkins (preferido de neurocientíficos y lingüistas), ​peticiones a Funes el Memorioso para simbolizar sistemas de cifrado ​y hasta una alusión a El Libro de Arena en un artículo sobre la separación de mezclas granulares.

En cada uno de estos casos, las referencias a relatos de Borges no son más que ejemplos alegóricos que abrillantan la prosa sombría de las explicaciones técnicas. No obstante, una notoria excepción la conforma El Jardín de Senderos que se Bifurcan, en el cual Borges sugiere sin saberlo (no podría haberlo conocido) una respuesta a un problema de la física cuántica aun sin resolver.

El Jardín, editado en 1941, se adelanta de modo casi literal al estudio doctoral de Hugh Everett III publicado en 1957 con el nombre de Relative State Formulation of Quantum Mechanics ​ y que Bryce DeWitt habría de divulgar como La Interpretación de los Muchos Mundos de la Mecánica Cuántica.

El físico Alberto Rojo ha estudiado esa asombrosa correspondencia y ha deducido que la similaridad entre los textos de Borges y de Everett III exhibe de qué manera maravillosa la mente de Borges estaba sumida en el entramado cultural del Siglo XX, en esa compleja red cuyos enigmas componentes se bifurcan más allá de los linderos clasificatorios de cada especialidad.

La configuración ficticia meditada de los relatos de Borges, que en ocasiones aparentan ser teoremas con conjeturas fantásticas, puede destilar nociones en proceso de germinación que previo a transformarse en teorías hacen escala en las letras. Y así como los conceptos de Everett y DeWitt pueden estudiarse como ciencia ficción, en El Jardín de los Senderos que se Bifurcan, la ficción puede estudiarse como ciencia.

Por otra parte, un número cada vez mayor de comentaristas coetáneos, ya sean catedráticos de literatura o de críticos de la cultura como Umberto Eco, deduce que, por más maravilloso e insólito que aparente ser, Borges anticipó la World Wide Web.

En un texto reciente, Borges 2.0: From Text to Virtual Worlds (Borges 2.0: del Texto a los Mundos Virtuales), Perla Sassón-Henry examina las vinculaciones entre la Internet descentralizada de YouTube, los blogs y Wikipedia y los relatos de Borges, que «hacen de quien lee un participe activo».

​Una colección de relatos de Borges, como Funes, el Memorioso, La Biblioteca de Babel y Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, se editó en los Estados Unidos con el nombre de Labyrinths a inicios de la década de 1960.

Con sus bibliotecas eternas y hombres con memoria, enciclopedias y universos virtuales que se confabulan desde la página impresa, así como portales que llegan a todo el orbe, estos cuentos (en conjunto con otros como El Aleph) pasaron a conformar de acuerdo a muchos críticos las claves de la confluencia entre la nueva tecnología y la literatura.

Un ejemplo es la noción de una «biblioteca total» que se muestra en 1941 y que advertiría de la capacidad de Internet. Sassón-Henry, catedrática asociada del Departamento de Estudios del Lenguaje de la Academia Naval de los Estados Unidos, reseña a Borges como un individuo «del Viejo Mundo pero con una perspectiva futurista». New Directions, la editorial que hizo público Labyrinths, reeditó la selección en mayo de 2008 por primera vez en más de cuatro décadas.

En una señal del cambio de los tiempos, la edición inicial de Labyrinths, contó con el prólogo de André Maurois, de la Academia Francesa de la Lengua; mientras que la edición actual, en cambio, cuenta con una introducción de William Gibson, el autor ciberpunk.

Del cosmos figurado por Borges en su relato acerca de Tlön, Uqbar, Orbis Tertius a la estructura de Wikipedia y su articulación en el medio digital hay apenas un paso colmado de referencias cruzadas. La lectura del cuento de Borges desde este punto de vista nos hace igualmente reconsiderar el estatus de veracidad de la imagen del mundo que propaga la Wikipedia como faena anónima colaborativo, que es lo que se propone Borges.

Premios, Distinciones y Homenajes

Obtuvo relevantes premios y condecoraciones de variadas universidades y gobiernos de distintos países. En 1961 dividió con Samuel Beckett el Premio Formentor concedido por el Congreso Internacional de Editores, y que fue el inicio de su notoriedad en todo el mundo occidental.

Obtendrá más adelante el título de Commendatore por las autoridades de Italia, el de Comandante de la Orden de las Letras y Artes por el gobierno francés, la Insignia de Caballero de la Orden del Imperio Británico y el galardón Miguel de Cervantes, entre otros laureles y títulos. Su labor fue llevada a más de veinticinco idiomas y adaptada al cine y a la televisión.

Para 1999 el gobierno de Argentina acuño una colección de monedas conmemorativas por los cien años del nacimiento de Borges. Las autoridades de la Ciudad de Buenos Aires preparas visitas guiadas sin cargo a sitios de la ciudad relacionados con Borges​ y un segmento de la Calle Serrano, de la barriada de Palermo, se le dio el nombre de Jorge Luis Borges en honor al autor.

De la misma manera, un banco del jardín zoológico de Buenos Aires honra al escritor con una placa, que señala que era en ese banco en el que Borges se sentaba para contemplar a los tigres, por los que sentía gran atracción.

No obstante su inmensa reputación intelectual y el renombre universal que amerita su obra, no fue reconocido con el Premio Nobel de Literatura, a pesar de habérsele postulado por varios años seguidos. Se conjetura que fue marginado de la posibilidad de recibirlo por haber admitido un premio concedido por la dictadura militar de Augusto Pinochet.

Jorge Luis Borges – Libros

Ciertamente la poesía fue una de los bases de la labor literaria de Borges, aun así el ensayo y la narrativa vinieron a ser los géneros que le otorgaron el reconocimiento mundial. Provisto de una inmensa cultura, produjo una obra de gran fortaleza intelectual sobre la plataforma de una prosa concisa y austera, mediante la cual expresó una irónica separación de las cosas y su refinado lirismo.

Sus configuraciones narrativas modifican las normas convencionales del tiempo y del espacio para formular mundos alternos de gran argumento simbólico, edificados en base a reflejos, transposiciones y paralelismos. Los cuentos de Borges adquieren la forma de acertijos o de enérgicas alegorías de trasfondo metafísico.

Borges, adicionalmente, redactó guiones de cine y una importante cantidad de crítica literaria y preámbulos. Editó cuantiosas selecciones y fue un destacado intérprete de inglés, francés y alemán (igualmente tradujo trabajos del anglosajón​ y del escandinavo antiguo).

El estar ciego tuvo influencia en su escritura posterior. Su interés intelectual se inclinaba hacia la mitología, las matemáticas, la teología, la filosofía y, como unificación de éstas, la acepción borgiana de la literatura como distracción, (estos temas son tratados a veces como juego y, otras, seriamente). Coetáneo de la mayor parte del siglo XX, Borges experimentó la etapa modernista de la cultura y las letras; sobre todo el simbolismo. Su ficción es de una honda sabiduría y siempre concisa.

Desde un punto de vista más histórico, su obra puede separarse en etapas. Una primera fase inicial, de avanzada, vedada entre los años 1923 y 1930.

Esta etapa se caracteriza por la relevancia esencial del poema, el verso libre y la abundancia metafórica (sobre todo la procedente de Lugones), el recurrir a un neobarroco de raíz española (Quevedo, en primer lugar) y cierto patriotismo literario, que viene a proclamar la emancipación idiomática de Argentina, en libros posteriormente rechazados por el mismo autor.

De este etapa son parte los poemarios Fervor de Buenos Aires, Luna de Enfrente y Cuaderno San Martín, al igual que los ensayos de Inquisiciones, El Tamaño de mi Esperanza, El Idioma de los Argentinos y Evaristo Carriego.

Desde 1930 la obra de Borges, por tres décadas tenderá hacia la prosa y emergerá una doble tendencia en su tarea: el ensayo corto, regularmente de lecturas literarias, y la denominada «ficción», que no es precisamente un relato, a pesar de que su trámite sea narrativo y su práctica de lectura sea ficcional.

En ella se muestran, frecuentemente, autores y textos apócrifos como Pierre Ménard y su Quijote, o Herbert Quain. Recurriendo a citas premeditadamente erróneas en sus especulaciones acerca de la tradición literaria, Borges determinaba la tarea del escritor como básicamente falsificadora y hacia confuso toda propósito de originalidad y creación.

La literatura era, de acuerdo a su concepto, la eterna lectura de unos textos que emergen de otros y remite a un texto inédito, extraviado, no existente o tachado.

En otra acepción, la obra ficcional borgiana tendió a temáticas recurrentes, como son lo fantasmagórico de la existencia, la lucha singular como reconocimiento del contrario en el acto de asesinarle, el espejo como número de los semblantes mundanos, la distancia y la desdicha asociadas con la relación pasional, o la búsqueda del nombre de los nombres, el abolido nombre de Dios, en el cual se realicen las fantasías de acabada adaptación entre las palabras y las cosas.

Artísticamente, en esta segunda fase de su obra, Borges hizo una crítica radical a su etapa de vanguardista. Se retiró hacia una postura estética de aspecto neoclásico, a pesar de que en él subsistieran los tópicos de la infinitud y de lo inefable, recolectados en sus juveniles concurrencias de Schopenhauer y de los bardos románticos germanos.

El anhelo de suavidad en la expresión, el repaso de los clásicos y su cita frecuente, la parquedad que requieren los géneros breves, son todos ademanes de su neoclasicismo en el que el entendimiento pretende ordenar, clasificar y clarificar hasta las fronteras plausibles de su poder sobre el lenguaje, usualmente resbaladizo, mentiroso y confuso.

Borges en esta fase retorna a ciertos episodios costumbristas de ámbito campesino o suburbial, que había empleado en su juventud, como el desafío a cuchillo, para revisarlos en un entorno de mitología universal. De esa manera, sus gauchos y compadritos de las márgenes se confundirán con los héroes homéricos, los teólogos del medioevo y los corsarios del mar de la China.

De esta fase, excluyendo selecciones y reelaboraciones, son parte los ensayos de Discusión (1932), Historia de la Eternidad (1936) y Otras Inquisiciones (1952); los cuentos de Historia Universal de la Infamia (1935), de Ficciones (1944) y El Aleph (1949).

Además, un importante número de trabajos con ayuda de Bioy Casares (Seis Problemas para Don Isidro Parodi, 1942; Dos Fantasías Memorables, 1946; Un Modelo para la Muerte, 1946, y los guiones de cine Los Orilleros y El Paraíso de los Creyentes, 1955), con Delia Ingenieros (Antiguas Literaturas Germánicas, 1951), con Betina Edelberg (Leopoldo Lugones, 1955) y con Margarita Guerrero (El Martín Fierro, 1953 y Manual de Zoología Fantástica, 1957).​

La mayor parte de las crónicas más populares pulula en la naturaleza del tiempo, la eternidad, los espejos, laberintos, la verdad y la identidad; al tanto que otras se enfocan en temas fantásticos. El mismo Borges relata historias relativamente  verídicas de la vida sudamericana; crónicas de héroes populares, combatientes, gauchos, investigadores y personajes históricos, combinando la realidad con lo ficticio y los hechos con la fantasía.​

Con un empleo inusual de las palabras, la labor borgiana propulsó el rejuvenecimiento del lenguaje narrativo, sobresaliendo la naturaleza ficticia del texto y mezclando fuentes y culturas de clase variada (europeas y orientales, de avanzada y clásicas) mediante la burla y la ironía. Sus libros emergen de otros textos anteriores, y presuponen una angosta familiaridad con ellos. Las tramas se sobreponen a otras tramas, cada párrafo es la variante de otra escritura o lectura anterior.

Es dificultoso no revelar algunas de sus claves; es casi imposible decodificarlas todas. Su escritura recupera nociones e interrogantes que traspasan el pensamiento occidental desde sus distantes orígenes y las reformula, heredándolas al mañana. No procura con seriedad resolver las incoherencias; opta por destacarlas, al reclasificarlas en paradojas, a las que cubre una y otra vez con distinto ropaje.

En sus páginas más representativas, sugiere un entorno lúdico y reta al lector a solucionar un enigma. Como en un buen rompecabezas policial, muestra todas las pistas requeridas para inferir las respuestas; entre ellas resalta su propia biblioteca organizada y comentada. Existe una solución evidente que complace al detective chapucero, pero la verídica clave está apartada para el héroe.

Cuál es el secreto y quién es en verdad ese héroe son igualmente partes del misterio. Pulula en alusiones inexistentes camufladas entre un revoltijo de citas cultas. Existen frases plagiadas de modo travieso de obras no propias, guiños al aprendiz, a sus compañeros y a sí mismo. Sus cuentos más importantes almacenan multiplicidad de significados, clasificados en capas que se vuelven alternativamente traslucidas u opacas de acuerdo al punto de vista.

El lector divisa un reflejo cerca y otro lejos, según su experiencia y sus condiciones; el entendimiento pleno, no obstante, nos está prohibido. El único favorecido es el tramoyista, el que visibiliza el universo codificado, el que tejió la trama, situado en el centro del laberinto, reflejado y reproducido en sus mismas palabras: el mismísimo Jorge Luis Borges.

Como aseguró Octavio Paz, Borges ofrendó donativos sacrificiales a un par de dioses regularmente opuestos: la simplicidad y lo maravilloso. En numerosos escritos Borges alcanzó un estupendo equilibrio entre las dos: lo natural que nos parece raro y lo insólito que nos es familiar.

Tal hazaña definió el lugar exclusivo de Borges en las letras.​ Con ese mismo significado, Fritz Rufolf Fries señalo que Borges pudo conformar su propia identidad en el espejo de los escritores que él interpelaba, exhibiéndonos lo inusitado de lo ya conocido.​

A continuación encontraremos de Borges libros de poesía, cuentos y ensayos, los cuales se reconocen como sus obras más conocidas y de mejor crítica.

Poesía: Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de Enfrente (1925), Cuaderno San Martín (1929), El Hacedor (1960), El Otro, El Mismo (1964), Para las Seis Cuerdas (1965), Elogio de la Sombra (1969), El Oro de los Tigres (1972), La Rosa Profunda (1975), La Moneda de Hierro (1976), Historia de la Noche (1977), La Cifra (1981) y Los Conjurados (1985).

Cuentos: Historia Universal de la Infamia (1935), Ficciones (1944), El Aleph (1949), El Informe de Brodie (1970), El Libro de Arena (1975) y La Memoria de Shakespeare (1983)

Ensayos: Inquisiciones (1925), El Tamaño de mi Esperanza (1926), El Idioma de los Argentinos (1928), Evaristo Carriego (1930), Discusión (1932), Historia de la Eternidad (1936), Otras Inquisiciones (1952) y Nueve Ensayos Dantescos (1982).

El Aleph de Jorge Luis Borges

Estimado entre otras cosas como un adelanto de lo que sería Internet y la aldea global, el cuento con que se da nombre a este libro, el de mayor fama de Jorge Luis Borges, sustenta una inacabable capacidad sugestiva. Esa exuberancia se prolonga a las demás crónicas del volumen. Los jeroglíficos, la suerte, la nada, conjeturas metafísicas acerca de un dios o un tigre, linajes bestiales de piel gris, monedas fantásticas, el reportaje policial, el amor inocente y el amor lujurioso…

La Casa de Asterión rehace de forma insospechada un reconocido mito universal; en Biografía de Tadeo Isidoro Cruz la temática es la tradición argentina; El Inmortal y El Zahir son fábulas acerca de la esencia del tiempo y la identidad personal; en El Muerto, de categoría realista, la prodigiosa realización del argumento sigue asombrando luego de esclarecido el destino de su protagonista.

Como una magnífica biblioteca bizarra, los diecisiete relatos de El Aleph representan el asombroso genio de uno de los más importantes autores de la literatura contemporánea.

Ficciones de Jorge Luis Borges

Ficciones es tal vez el libro más afamado de Jorge Luis Borges; con él consiguió en 1961 el destacado Premio Formentor concedido por editores de Alemania, España, Estados Unidos, Francia, Inglaterra e Italia. Es una obra indispensable de la literatura contemporánea, sus relatos son parte de la categoría de las páginas antológicas.

La parte inicial, El jardín de Senderos que se Bifurcan (1941), congrega el relato policial homónimo, dos notas acerca de libros ilusorios: «Tlon, Uqbar, Orbis Tertius» y «Examen de la Obra de Herbert Quain», y cuatro relatos de naturaleza fantástica: «Pierre Menard, Autor del Quijote», «Las Ruinas Circulares», «La Lotería en Babilonia» y «La Biblioteca de Babel».

En su segunda parte, Artificios (1944), están incluidos entre otros, «La Muerte y la Brújula», de tipo filosófico-policial; «Funes el Memorioso», alegoría acerca del insomnio; «Tema del Traidor y del Héroe», sobre un mismo destino que pierde y que recupera; y «El Sur», relato predilecto del autor.

Historia Universal de la Infamia de Jorge Luis Borges

«Barroco, señala Jorge Luis Borges, es aquel estilo que premeditadamente acaba o quiere acabar sus posibilidades y que limita con su propia caricatura.» Los relatos que componen Historia Universal de la Infamia contestan a esta definición.

Por sus párrafos circulan el cruel Lazarus Morell, liberador de esclavos; Tom Castro y su insegura identidad; la belicosa viuda de Ching, dirigente de cuarenta mil piratas; Monk Eastman, bandido de los Gangs de Nueva York; el criminal Billy the Kid de Arizona; Hákim de Merv, tintorero de máscara del Turquestán; y el inasequible maestro de ceremonias Kotsuké no Suké, burócrata japonés.

Un cuento de cuchilleros porteños, «Hombre de la Esquina Rosada», típico en la literatura del escritor, y un aparte de seis textos acerca de magia consuman el panorama de infamia en distintos medios culturales.

De asombrosa analogía con el corto cinematográfico y aun con el cómic, los relatos de Historia Universal de la Infamia abarcan una serie de villanos espléndidamente atroces, figuras absurdas a fuerza de barrocos. Fundamentándose en casos verdaderos, Jorge Luis Borges experimentó en su libro inicial de ficción un notorio cruce de géneros en el que ya se encuentra presente, como en un criptograma, su particular cosmos literario.

Inquisiciones de Jorge Luis Borges

‘Inquisiciones’ fue la obra inicial redactada en prosa de Borges que se difundió públicamente. Se editó en 1925 y no fue reeditada hasta el año 1994. El libro está compuesto de de 31 cuentos en los que sus primordiales inquietudes existenciales se comprenden a la perfección.

A partir de sus concepciones acerca de Quevedo o Unamuno hasta su noción del expresionismo, atravesando por la crítica de los criollos en la época colonial, son algunos de las temáticas que el escritor abordó mediante estos cuentos.

Historia de Una Eternidad de Jorge Luis Borges

En 1936 Borges editó ‘Historia de una Eternidad’, un texto que reúne una decena de ensayos en los que el autor reflexionaba sobre el tiempo y la eternidad. Para tal fin, el autor examina ambos conceptos abstractos desde distintos puntos de vista filosóficos: el platónico, el cristiano y el nietzscheano.

Adicionalmente, el argentino analiza la metáfora como recurso poético, realiza una crítica a la traducción de «Las Mil y Una Noches» y revisa la literatura satírica a todo lo extenso de los ensayos contenidos en el libro.

Sinopsis El Libro de los Seres Imaginarios

Borges, con la contribución de su amiga y autora Margarita Guerrero, produce en esta obra una compilación de seres insólitos fruto de su imaginación. En su totalidad, se exhiben 116 monstruos entre los que se hallan el Golem, la Esfinge y el Centauro.

El escritor argentino Jorge Luis Borges recordó por medio de su relato una infinidad de obras y mitos clásicos proponiendo una desemejanza literaria que, desde su perspectiva, es parte de un imaginario común.

JORGE LUIS BORGES LIBROS

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