En este artículo te brindamos información sobre la Biografía y los Libros de Michel Foucault, un gran autor. Sigue leyendo y conoce sobre los datos sobre él de forma sencilla y rápida.
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Biografía de Michel Foucault
Paul Michel Foucault nació el 15 de octubre del año 1926. Durante su vida, dedicó sus aspectos profesionales a diversas áreas como la filosofía, sociología, historia y psicología. Dio clases en distintas universidades tanto en Francia como en Estados Unidos. Adicionalmente, fue catedrático de historia de los sistemas de pensamiento filosófico en el College de France. Este puesto fue ocupado anteriormente por Jean Hyppolite. Debido a su muerte, Michel Foucault fue elegido para impartir esta cátedra por la asamblea general de profesores. En ese entonces, el autor tenía 43 años de edad.
Este autor es mayormente conocido por sus estudios críticos sobre las instituciones sociales, especialmente la psiquiatría, medicina, las ciencias humanas, sistema de prisiones, entre otros. Igualmente ganó mucho reconocimiento por su estudio en la historia de la sexualidad humana. Sus diversos análisis sobre la relación existente entre el poder, el conocimiento y el discurso aún son debatidos por grandes figuras dentro de las áreas de humanidades. Durante la década de los sesenta, Michel Foucault estuvo bastante asociado al estructuralismo, una corriente filosófica y psicológica que buscaba estudiar la estructura de la mente humana.
Años más tardes decidió tomar distancia de este movimiento, sin embargo, utilizó los métodos de este movimiento de forma personal. Una de sus obras, Las palabras y las cosas, aplicó diversos métodos de dicho enfoque. En varios de sus trabajos desarrolló nuevos conceptos como biopoder y biopolítica, que tuvieron gran relevancia en obras de otros pensadores políticos como Antonio Negri, Michael Hardt, Giorgio Agamben y Roberto Esposito.
A lo largo de toda su carrera, fue etiquetado como posestructuralista y posmoderno, sin embargo, Foucault rechazó todas ellas. Aclaró que su pensamiento era una crítica histórica de la modernidad, con influencias de Immanuel Kant. En su obra ¿Qué es la ilustración? define su proyecto teórico como una ontología crítica de la actualidad, siguiendo los métodos kantianos. A su vez, fue profundamente influida por la filosofía alemana, especialmente por las obras de Friedrich Nietzsche. De hecho, su genealogía del conocimiento es una referencia directa a la idea de Nietzsche sobre la genealogía de la moral.
En las últimas entrevistas, Foucault afirmó que era nietzscheano. Igualmente reconoció que también fue influido por el pensamiento de Martin Heidegger. Aunque ha criticado varias de sus posiciones, Heidegger fue un filósofo esencial para Michel Foucault. En el año 2007, este gran pensador fue considerado por el The Times Higher Education Guide como uno de los autores más citados dentro de las facultades de humanidades en instituciones educativas.
Primeros años
Como mencionamos anteriormente, este autor nació el 15 de octubre del año 1926, en Poitiers, Francia. Su padre, Paul Foucault, fue un importante cirujano, quien deseaba la misma carrera de medicina para su hijo. Su educación primaria consistió en varios éxitos, así como mediocridades, hasta que fue inscrito en el colegio jesuita Saint Stanislaus, en donde destacó entre los demás estudiantes por su gran inteligencia e increíble rendimiento académico.
En ese momento Poitiers formaba parte de la Francia de Vichy, que años después fue ocupada por Alemania. Durante la misma época, Foucault adquirió sus conocimientos filosóficos con Louis Girard. Después de la segunda guerra mundial, Michel inició sus estudios universitarios en la importante École Normale Supérieure, para comenzar su carrera en humanidades.
Escuela superior de París
La experiencia de Michel Foucault dentro de la escuela superior de París no fue nada sencilla, pues comenzó a sufrir episodios depresivos causados por la angustia que le provocaba su homosexualidad, ya que durante esa época las personas con distintas orientaciones sexuales no eran aceptadas de la misma forma que en la actualidad. Incluso trató de quitarse la vida varias veces. Como resultado, fue llevado a un psiquiatra múltiples veces. De esa forma despertó su interés por la psicología y obtuvo una licenciatura en esa área.
La psicología era una disciplina bastante reciente en Francia durante esa época. Poco tiempo más tarde, Foucault desarrolló una licenciatura en filosofía también, en el año 1952. Se involucró de gran forma de la psicología clínica, en donde descubrió a grandes pensadores como Ludwig Binswanger. En cuanto al ámbito político, Foucault perteneció al partido comunista de Francia desde 1950 hasta 1953. Su interés en este partido fue despertado por su mentor, Louis Althusser. Sin embargo, poco tiempo después Foucault dejó el partido debido a la desilusión causada por la política y filosofía del comunismo.
Carrera inicial
Foucault no pasó las pruebas para poder acceder al puesto de educador en el año 1950, pero intentó nuevamente al año siguiente y obtuvo el puesto que deseaba. Luego de un corto tiempo enseñando en la École Normale, aceptó un puesto como profesor en la Universidad Lille Nord de Francia. Allí dio clases de psicología, desde 1953 a 1954. En ese año publicó Michel Foucault publicó uno de sus primeros libros, llamado Maladie mentale et personnalité, que quiere decir “enfermedad mental y personalidad”. Sin embargo, poco tiempo más tarde desaprobó su propia obra.
Luego de realizar su libro, dejó de interesarle su trabajo como profesor, así que emprendió un gran viaje fuera de Francia. En el año 1954 fue delegado cultural en la Universidad de Upsala, Suecia. Allí presentó su tesis doctoral, sin embargo, la misma fue rechazada. Cuatro años después, se retiró de Upsala para ocupar cargos breves en la Universidad de Varsovia y en la Universidad de Hamburgo.
En 1960 retornó a su país nativo para culminar su doctorado. Uno de sus docentes fue Maurice de Gandillac. Al culminar asumió un puesto en el área filosófica de la Universidad de Clermont-Ferrand. En ese entonces conoció al gran filósofo Daniel Defert, quien fue su pareja durante veinte años. Un año más tarde finalmente consiguió su doctorado a través de dos tesis: Locura y demencia: Historia de la locura en la época clásica y su tesis secundaria, que se conformaba por la traducción de distintos comentarios de antropología desde el punto de vista pragmático de Kant.
Folie et déraison (Historia de la locura en la época clásica) fue recibida de manera positiva por el público. Foucault continuó realizando un maravilloso programa editorial, publicando más adelante Naissance de la Clinique (Nacimiento de la Clínica) en 1963 y un ensayo titulado Maladie mentale et psychologie (Enfermedad mental y psicología) en 1954. Sin embargo, volvió a desacreditar su propia obra más tarde.
En 1965 obtuvo un puesto en la Universidad de Túnez. Un año más tarde, publicó Les Mots et les Choses (las palabras y las cosas), durante el surgimiento de su interés por el enfoque estructuralista. Inmediatamente fue vinculado con otros importantes intelectuales como Jacques Lacan, Claude Lévi-Strauss y Roland Barthes, siendo él el más nuevo de la última generación de pensadores que deseaban derrocar el existencialismo, que fue popularizado por Jean-Paul Sartre.
Durante esta época, Michel Foucault expresó su escepticismo con respecto al marxismo, causando la molestia de varios críticos izquierdistas. Aún así, más tarde rechazó la etiqueta que se le dio de estructuralista. Todavía se encontraba en Túnez cuando estalló el conflicto en mayo del 1968 en Francia. Fue bastante afectado por una revuelta estudiantil a principios de ese año. Al regresar a Francia en otoño de 1968, publicó uno de sus siguientes libros, titulado L’archéologie du savoir (La arqueología del saber), que consistía en un tratado metodológico en donde agregó una respuesta a todos sus críticos izquierdistas.
Post 1968: como activista
Luego de los disturbios ocurridos en mayo, el Gobierno Francés inauguró la Universidad Experimental de París VIII en Vincennes. Foucault fue nombrado como el primer jefe del departamento de filosofía en diciembre de ese mismo año. Se dedicó a reclutar estudiantes, en su mayoría jóvenes izquierdistas, como Judith Miller. Su radicalismo hizo que el ministerio de educación se opusiera al hecho de que en varios de los títulos de sus cursos se colocaba la frase “marxista-leninista”. Por esa razón, el ministerio de educación decretó que los estudiantes de dicha universidad no se encontraban calificados para ser profesores de enseñanza secundaria.
Durante la época, Michel Foucault formó gran parte de los movimientos realizados por parte de los estudiantes, como la ocupación de edificios de la administración y los enfrentamientos con las autoridades policiales en forma de protesta. No permaneció en Vincennes por mucho tiempo, pues en 1970 fue escogido para formar parte del cuerpo académico más importante de Francia, el Colegio de Francia, para impartir la cátedra de historia de los sistemas de pensamiento.
Igualmente su participación en el ámbito político aumentó. Su compañero Defert decidió unirse al grupo maoísta Gauche prolétarienne (GP). Adicionalmente, brindó apoyo para fundar el Groupe d’Information sur les Prisons (GIP), cuyo objetivo era hacer públicas las reclamaciones de los prisioneros. Al mismo tiempo inició su estudio de las instituciones disciplinarias, a través del libro Surveiller et Punir (Vigilar y Castigar), en donde narra las micro estructuras de poder, establecidas en las sociedades occidentales desde el siglo XVIII, en su mayoría dentro de prisiones y escuelas.
Vida posterior
El activismo político comenzó a decaer en Francia junto a la desilusión de diversos intelectuales izquierdistas, en la década de los setenta. Igualmente, una gran cantidad de estudiantes maoístas abandonaron sus creencias para convertirse en los conocidos Nuevos Filósofos, con frecuencia mencionando a Foucault como una de sus mayores influencias. Sin embargo, Foucault no se sentía muy cómodo al haber obtenido ese estatus.
Foucault inició su nuevo proyecto durante esta década. Consistió en seis volúmenes sobre La Historia de la Sexualidad, aunque nunca fue completado. La primera parte fue publicada en 1976, llamada La Volonté Savoir, conocida en español como la historia de la sexualidad, vol. 1, La voluntad de saber, 1978. Ocho años más tarde fueron publicados el segundo y tercer volumen, sin obedecer a los esquemas propuestos inicialmente por el autor. Con ellos, sus lectores se sorprendieron de manera considerable, debido al tema de estudio y la particular concentración en el sujeto, un concepto que para otros estudios se vio obligado a abandonar.
Desde entonces Michel Foucault comenzó a pasar más tiempo dentro de Estados Unidos, particularmente en la Universidad de Búfalo, en donde había dado una conferencia previamente en su primera visita al país y, adicionalmente, en la Universidad de California en Berkeley. En el año 1975 consumió LSD en Zabriskie Point, lo que describió como la mejor experiencia de su vida.
College de France
La cátedra impartida por Foucault dentro de esta institución educativa, historia de los sistemas de pensamiento, fue iniciada en el año 1969, como sustitución de la materia titulada historia del pensamiento filosófico, impartida por Jean Hyppolite hasta el día de su muerte. Este filósofo impartió clases en esta institución hasta su muerte en 1984.
Su primera lección fue impartida el 2 de diciembre del año 1970, publicada más tarde por Gallimard en mayo del año 1971, con el título El orden de discurso, mejor conocido en su idioma original como L’ordre du discours. Las lecciones de esta cátedra se daban una vez a la semana, entre el período académico de enero y marzo. La participación de estudiantes, investigadores, profesores y público en general siempre fue numerosa, incluso de personas extranjeras. En el College de France cualquier persona puede ingresar a una clase de forma gratuita, sin necesidad de inscripción.
Sus clases se daban en el anfiteatro de la institución, debido a la gran cantidad de asistentes a cada una de sus charlas. Sin embargo, este no era un aspecto positivo para Michel Foucault, quien decía que la cantidad tan grande de individuos impedía su cercanía con el público, así limitando posibilidades de intercambio de opiniones entre él y sus estudiantes. De igual forma, conforme avanzaban los años, Foucault intentaba cambiar su dinámica para favorecer un trabajo más colectivo. Al final de cada sesión establecía un momento de preguntas por parte del público.
La prensa concentraba su particular atención en el gran interés por parte de muchas personas en las charlas de Foucault. En 1975, un periodista describió cada movimiento del filósofo, desde su entrada hasta el inicio de la clase. Catalogó su charla como precisa, sin lugar a la improvisación y al mismo tiempo eficaz. En esa ocasión habían asistido aproximadamente 500 personas, sin importar que el anfiteatro tenía asientos para 300.
Generalmente a lo largo de sus obras, las menciones a la tradición filosófica eran prácticamente inexistentes, y sus charlas en el College de France no eran la excepción. Sin embargo, durante los casi 15 años de profesión, cuando recurría a la filosofía lo hacía de manera irónico o con motivo de crear polémicas.
Revolución Iraní
Durante el último año de la década de los setenta, Michel Foucault, autor de tan famosos libros, realizó dos giras en Irán, en las cuales llevó a cabo grandes entrevistas con protagonistas políticos, apoyando al nuevo gobierno provisional establecido al finalizar la revolución iraní. Foucault había asumido su papel de artista, empujando todos los límites de la racionalidad siguiendo la tradición de Nietzsche y Georges Bataille. Así escribió con gran pasión, defendiendo las irracionalidades que sobre pasaban los límites.
En 1978 encontró los poderes transgresores sobre los cuales escribió con tanta pasión, en las figuras revolucionarias y significativas del ayatolá Jomeini, Ali Shariati y millones de personas que arriesgaron y dieron sus vidas durante la revolución iraní. Esta fue una gran fuente de inspiración para el filósofo y, tanto él como los revolucionarios fueron muy críticos con respecto a la modernidad, buscando una nueva forma de política. Igualmente tomaron en cuenta a aquellos que pusieron sus vidas en riesgo por defender sus ideales, viendo el pasado como fuente de inspiración.
Cuando volvió a Irán con el deseo de presenciar el nacimiento de una nueva forma e ideas, escribió sobre el nuevo estilo de la política musulmán. Expresó que este estilo podría dar paso al comienzo de una nueva perspectiva de espiritualidad política, no sólo para oriente medio sino también para el continente europeo, en donde se ha adaptado la práctica de la política secular desde la Revolución Francesa.
En sus dos viajes a Irán, se le asignó el cargo de corresponsal especial para un importante periódico italiano. Los artículos que escribió aparecieron en la portada. Igualmente, escribió numerosos ensayos sobre sus viajes, los que fueron publicados en el periódico Corriere della Sera, pero sólo fueron publicados en francés en el año 1994. Sus ensayos fueron causa de controversias y polémicas sociales, pues algunos analistas argumentaban que Michel Foucault no era lo suficientemente crítico y objetivo con respecto al nuevo régimen.
Muchas fuentes intentaron colocar entre paréntesis sus escritos como errores de cálculo, lo cual los hizo recordar que lo que el propio Foucault había criticado en su ensayo escrito en 1969, titulado ¿Qué es un autor?. En él planteó que al incluir obras particulares en la carrera de un autor mientras se excluyen otras fue fueron escritas en un estilo distinto o inferior, nace una unidad estilística y una coherencia teórica. Con esto se busca privilegiar algunos escritos y excluir los que no encajan en la visión social de lo que el autor debería ser.
Años más tarde, Esther Díaz, aclaró que pocos meses después de la controversia causada, Foucault realizó una fuerte autocrítica sobre su injustificable error en cuanto a la apreciación política, pues le faltaba objetividad. El autor no estaba advirtiendo los hechos que sucederían o lo que estaba ocurriendo en ese momento, sólo escribió su forma de pensar al respecto. Sin embargo, los hechos le enseñaron de una forma cruel que estaba en una posición incorrecta al defender un gobierno islámico.
Últimos años
Durante sus últimos años de vida, los intérpretes de su obra trataron de ocuparse de inconvenientes presentados por el hecho de que Foucault parecía estar en conflicto con su trabajo anterior. Cuando se le planteó esta situación en una entrevista en el año 1982, el filósofo declaró que es justo para él cambiar de opinión, pues es imposible que haya trabajado tan duro sin haber cambiado. Nunca quiso identificarse como filósofo, historiador, estructuralista o marxista, pues para él, su principal interés en la vida es llegar a ser alguien más de lo que era al inicio.
Igualmente, decidió no declarar que estaba atravesando una etapa coherente y atemporal del conocimiento. Por el contrario, deseaba que sus libros fuesen como una caja de herramientas, en donde cualquier persona pudiera buscar para encontrar lo que necesitara dentro de su propia área. Según sus palabras, no escribía para un auditorio o lectores, sino para usuarios.
En 1980, fue líder de un comité de solidaridad a favor de Roger Knobelspiess, quien había sido condenado por robo en 1972. Durante la lucha, Foucault logró la liberación de Knobelspiess, sin embargo, en 1983 este reincidió por delito a mano armada. Esto puso a Michel Foucault en una terrible posición, llevando a sus críticos a decir que merecía el premio Knobel, en tono de burla, por alusión al premio sueco.
Michel Foucault, murió en París el 25 de junio de 1984. Su muerte fue causada a las complicaciones de salud que le provocó el SIDA, enfermedad con la que llevaba varios años luchando. Él fue la primera personalidad destacada de Francia en recibir el diagnóstico de esta enfermedad. Durante esa época se sabía muy poco sobre el SIDA, y sus rivales filosóficos tomaron varias oportunidades para atacar sus actividades sexuales como una expresión de sus opiniones. En el artículo de Le Monde en donde se anunció su muerte, no se realizó mención alguna sobre su enfermedad, pues se suponía que había muerto por una infección generalizada.
Antes de morir, el filósofo destruyó gran parte de sus manuscritos, y en su testamento prohibió que lo que quedó de su trabajo fuese publicado. Su muerte fue descrita con mayor detalle por su amigo cercano, Hervé Guibert, en el libro A l’ami qui ne m’a pas suavé la vie, refiriéndose a él con el nombre de Muzil.
A pesar de la expresa prohibición para la publicación de sus trabajos después de morir, se han publicado algunas ediciones póstumas de algunos escritos y libros de Michel Foucault. En el año 1994, fueron publicados por Dichos y Escritos algunos de sus textos, que quizás en vida habrían sido publicados por Foucault. En 1997 en el College de France comenzaron a impartir sus cátedras. Sin embargo, no se trataba estrictamente de textos inéditos.
En el año 2018, apareció la cuarta parte de su historia de la sexualidad, la cual se titula en español Las Confesiones de la Carne. En este caso, estaríamos ante uno de los libros inéditos de Michel Foucault, quizás el primero. Antes de morir, el autor había enviado el manuscrito a la editorial, la cual trabajó durante tres décadas enteras antes de integrar la edición final del texto. En esta cuarta parte de su libro, Foucault escribió sobre cómo se vivían el amor y el sexo durante los inicios del cristianismo, desmintiendo el mito de la supuesta vida puritana de sus practicantes, presentando su fuerte oposición a la libertad sexual pagana.
Ideales
Para Michel Foucault era importante acuñar una noción del término poder que no hiciera solamente referencia a la política, sino que posea la cantidad de poderes que son ejercidos en el área social, el cual define más tarde como poder social. En uno de sus libros, Michel Foucault explica de forma más detallada su definición de poder. En La Verdad y las Formas Jurídicas, plantea el subpoder como una trama de poder microscópico. Este concepto no implica poder político o de una clase privilegiada, sino de un conjunto de poderes e instituciones ubicadas en un nivel más bajo.
Foucault en su texto declara que realmente no existe un poder. Dentro de la sociedad en la que vivimos se dan diferentes relaciones de autoridad en diferentes niveles, en los cuales se apoyan mutuamente y se manifiestan, a su vez, de forma sutil. Continúa expresando que uno de los mayores problemas a enfrentar con respecto a la idea de una revolución, es la forma en la que se modifican las dinámicas entre las relaciones de poder en ese entonces. En ese sentido, Foucault invita a los usuarios a analizar las relaciones de poder de manera minuciosa y microscópica.
Según el filósofo en una de sus obras, el análisis del fenómeno del poder sólo se ha realizado a partir de dos relaciones:
- Contrato – opresión, de tipo jurídico. Se fundamenta tanto en la legitimidad como ilegitimidad del poder.
- Dominación – represión, basada en términos de lucha y sumisión.
El autor igualmente establece que la problemática central del poder no puede ser reducida a la de la soberanía, pues entre hombres y mujeres, maestros y alumnos, así como en el interior de una familia, existen relaciones de autoridad que no son resultado de una proyección directa del poder soberano. Al contrario, se trata de condicionantes que habilitan el funcionamiento de dicho poder, siendo el fundamento sobre el cual se afianza.
Para Foucault, el hombre no es el representante del estado para una mujer. Si se quiere que el estado funcione como lo hace, es necesario que haya del hombre a la mujer o del adulto al niño relaciones de dominación con configuraciones propias, relativas a su misma autonomía.
El concepto general del poder puede ser construido a partir de todos los tipos de poderes y de sus efectos, independientemente del proceso económico alrededor de ellos. Las relaciones de poder se encuentran inevitablemente ligadas a las sexuales, productivas y familiares, igualmente con un papel de condicionante y condicionado. Después de mayo del año 1968, según Foucault, los intelectuales han descubierto que las masas no los necesitan para conocer, pues saben mucho más que ellos. Sin embargo, existe un sistema de dominación que prohíbe el discurso y conocimiento de las masas.
Ese poder no sólo está presente en las instancias superiores de censuras sino en la sociedad en general. El ver a los intelectuales como los agentes de la conciencia es sólo otro tipo de poder. El papel de los intelectuales no se encuentra delante de las masas, sino en la lucha en contra de las formas de poder que en ella se encuentran. Pues en la sociedad yace el terreno del saber, la verdad, la conciencia y el discurso del intelectual, quien se encarga de elaborar el mapa sobre ese terreno en donde se desarrolla la batalla, no decir cómo se lleva a cabo.
En La microfísica del poder, Foucault indica que el poder no es un fenómeno de dominación masiva de un individuo sobre los demás, o de un grupo o clase sobre otras. Al contemplar el poder desde cerca, puede notarse que no es algo dividido entre quienes lo poseen, los que no lo tienen y los que lo soportan. Más bien, el poder debe ser analizado como algo que funciona únicamente en cadena. No está localizado en un lugar o en otro o sólo en manos de algunos. Funciona y se ejercita a través de una organización reticular.
Dentro de sus redes, se organizan los individuos en situaciones de soportar o ejercer ese poder, circulando constantemente, no de forma inerte como un blanco. No son siempre los mismos elementos de poder y este tampoco es consistente en una sola persona. Transita de manera transversal, lo que quiere decir que no se queda en un grupo de individuos. Aunque en ese texto se pudiera creer que Michel Foucault busca desintegrar el principal tipo de poder, es decir, el estatal, o que no hace reconocimiento del mismo, es todo lo contrario.
En otro apartado abarca el concepto del subpoder, los pequeños poderes que integran a uno de manera global. Allí reconoce al poder del Estado como el de mayor importancia, sin embargo, su meta es elaborar una noción más global de este término, en donde se incluya el poder del Estado y también los poderes marginados y olvidados a través del tiempo dentro del análisis.
Biopoder
Como mencionamos anteriormente en este artículo, Michel Foucault decidió acuñar el concepto de biopoder o biopolítica, en la última sección de su primer volumen de Historia de la sexualidad, en el año 1976. En dicha sección, explica la forma en la que durante los últimos dos siglos se ha avanzado y dado cambios significativos en la manera de ejercer el poder por parte de Estados Unidos. Anteriormente se trataba de la capacidad del soberano de dar muerte, ahora el poder significa la capacidad de gestionar la vida.
En ese sentido, habla de un poder que no sólo implica una amenaza para tomar propiedades en el último aliento de una persona, sino de controlar la vida de los individuos, hacerla crecer, organizarla y así mismo mejorarla.
El concepto de biopoder como se expresa en los libros de Michel Foucault, tiene diferencias claves entre el poder en sí, pues la forma antigua de este tenía, incluso después de la muerte, una justificación metafísica en el plano terrestre. En cambio, el biopoder tiene su límite en la muerte. Por ejemplo, en los regímenes totalitarios, en donde se movilizan países enteros para iniciar la guerra con la excusa de conservar la vida del grupo en general, mientras que, anteriormente, las personas que iban a la guerra sólo lo hacían con el cometido de mantener el poder político de quien se conoce como presidente.
Por otro lado, existen dos formas de biopoder. Para Foucault, los avances tecnológicos que fueron terminados antes de la revolución francesa, permitieron alargar y mejorar la calidad de vida, al mismo tiempo que poseer un mayor control sobre ella. De esa forma, comenzó a ser ejercido el biopoder de dos formas conectadas entre sí, que son la disciplina del cuerpo y los controles de la población.
En primer lugar, las disciplinas del cuerpo durante el siglo XVII. Su objetivo principal es hacer fuerte y útil a cuerpos individuales, conocidos como máquinas. Lo llevan a cabo instituciones educativas, ejércitos y la rama de anatomía. Estos sistemas se encargan de moldear y condicional al individuo de forma progresiva para integrarlo a la sociedad, convirtiéndolo en una herramienta útil. En ese sentido, el sistema educativo, por ejemplo, imparte una serie de conocimientos que generan hábitos y actitudes corporales en quienes lo reciben, de la misma manera que el ejército.
Por otro lado, los controles de la población surgen a partir de mediados del siglo XVIII. A diferencia de las disciplinas del cuerpo, que se centran en un solo individuo, los controles de la población buscan manipular a una especie en particular. Se realizan estudios de los cuerpos en cuanto a los procesos biológicos colectivos. Igualmente se centra en temas como estadísticas y problemas en ese entonces inexistentes como control de natalidad, mortalidad, nivel de salud de la población entre otros. En este caso se buscan formas de ejercer poder no para aproximarse a la muerte, sino para administrar la vida.
En ese orden de ideas, los gobernados dejan de ser sujetos de derecho y comienzan a ser concebidos como seres vivos. Como consecuencia, mientras la antigua forma de poder tenía en cuenta la existencia humana de manera jurídica, el biopoder la contempla de forma biológica. Por lo tanto, el poder ya no se basa solamente en las leyes. Sí, la ley sigue existiendo y cumpliendo un papel importante dentro de la sociedad, pero ahora se la considera como un conjunto de instituciones, como el sistema educativo, familiar, ejército, entre otros; cuyo objetivo es gobernar lo que es normal y adaptar a esa visión cada individuo que integra la sociedad.
De esa manera, el biopoder se convirtió en un nuevo marco para las ciencias, que bajo ese mismo paradigma, se incluyen al grupo de instituciones que lo ejercen.
Oposición al poder
Teniendo en cuenta lo expuesto en el apartado anterior sobre el biopoder, la oposición al poder se basa en la misma concepción de la biopolítica, según Michel Foucault, en varios de sus libros y obras. Esta oposición requiere la posibilidad de vivir una vida plena, lo cual era impensable siglos atrás. Por lo tanto, el biopoder implica, incluso, la resistencia al poder.
Por ejemplo, la concepción que poseemos del sexo sería biopolítica. Justamente es el sexo, ese término innombrable o prohibido, algo que parece libre de toda intervención política, lo que tiene como consecuencia que el biopoder se manifieste de forma fuerte de implacable, difícil de pasar desapercibido.
De esa forma, las prácticas sexuales comunes, así como las concepciones científicas sobre ese tema, pueden ser consideradas como una manera de establecer los equilibrios de poder del status quo mediante la práctica sexual. Aquí podemos observar como Michel Foucault, en sus libros, intenta describir cómo los sistemas de conocimiento implican que la esencia misma del sexo son mecanismos de poder.
Biopoder después de Michel Foucault
Tras la muerte del filósofo Michel Foucault, la biopolítica se convirtió en una disciplina académica dentro de campos como filosofía política, filosofía de la naturaleza, sociología y ciencias políticas. Con el pasar del tiempo, el marco crítico de Foucault se ha hecho más importante a medida que la tecnología penetra cada vez más en las estructuras biológicas con el fin de modificarlas. Todo esto tanto a nivel molecular como antropológico, con el surgimiento de los cyborgs y transhumanismo, creando una cantidad considerable de problemas tanto éticos como políticos.
Adicionalmente, se toma en cuenta la transgresión del límite entre la naturaleza y la tecnología, siendo este el problema central en asuntos actuales como el cambio climático. Hoy en día, los intelectuales que adoptaron esta doctrina pueden dividirse en dos grupos. Se encuentran aquellos que piensan que todo concepto biológico o natural es una instancia del biopoder, por lo que las formas de política se encuentran dentro del marco de la biopolítica. De esta forma, no hay una naturaleza que proteger. Por el contrario, existen biopolíticas que deben ser modificadas.
Por otro lado, existen las personas que creen en un tipo de biopolítica positiva. Siguiendo un apunte de Michel Foucault en uno de sus libros, Historia de la sexualidad, este grupo de pensadores plantea que siempre habrá algo en la naturaleza que escape del control, por lo tanto del biopoder. Por ejemplo, los impulsos más instintivos e íntimos del ser humano, o el factor aleatorio que se encuentra en el funcionamiento de la naturaleza. De forma ocasional también podrían escapar del control de los biopolíticos. Para estas personas, el objetivo principal es mantener la naturaleza al margen del biopoder para denunciar los excesos biopolíticos.
Michel Foucault: libros y obras
A lo largo de su vida, Michel Foucault desarrolló distintos libros y obras, los cuales abrieron muchas puertas en áreas científicas, sociales y psicológicas. Incluso se han realizado experimentos sociales basados en los estudios iniciales del autor. Los libros de Michel Foucault son increíblemente interesantes y nos otorgan una diferente perspectiva del mundo y la sociedad en la que vivimos, por lo que te recomendamos leer alguna de sus obras.
En este apartado del artículo te brindamos información valiosa y resúmenes sobre algunos libros de Michel Foucault.
Historia de la locura en la época clásica
Este es uno de los libros más importantes de Michel Foucault, aunque en realidad es un voluminoso ensayo. Su título original es Folie et déraison. Histoire de la folie á l’âgue classique. Es una de las primeras grandes obras de este autor. En ella aborda la visión de la sociedad occidental con respecto a la locura, dividiéndose en diferentes etapas como el renacimiento, la edad clásica y la experiencia más contemporánea. Su primera publicación fue en el año 1961.
Dentro de los temas principales de este increíble libro de Foucault se encuentra “una exclusión en reemplazo de otra”. Inicia su análisis de la edad media, describiendo particularmente la forma en la que los leprosos fueron excluidos de la compañía de las personas sanas, debido a que era una enfermedad altamente contagiosa. En ese entonces existían aproximadamente 19.000 colonias de leprosos. Foucault plantea el problema de forma metafórica, preguntando quién se convertirá en el leproso, una vez que la enfermedad misma haya desaparecido.
Con esto, Foucault quiere decir que se mantienen las mismas estructuras. En el mismo lugar es posible que la exclusión se repita, pero por razones distintas. Se repetiría extrañamente similar, dos o tres siglos después. A partir de ese punto, el autor examina la revolución de la historia sobre la perspectiva occidental de las enfermedades mentales en el siglo XV, en donde quien padecía la enfermedad mental era considerado como portador de sabiduría.
Así sería hasta que tanto el “loco” como los delincuentes y los demás marginados de la sociedad ocuparían el espacio dejado por los leprosos: de apestados sociales, incrementando el número de prisiones en la Francia del siglo XVII. Uno de los ejemplos más significativos al respecto es la construcción de un hospital general cuyo objetivo era internar a las personas pobres, delincuentes y enfermos mentales, por un decreto en el año 1656. Este “hospital” es al mismo tiempo un centro de represión a lo que es considerado irracional, pues se creía que estas personas no tenían cabida en el mundo planteado por el pensamiento racionalista de la Ilustración.
Internación de locos, herejes, delincuentes y libertinos
Durante la época en cuestión, se construyeron muchas instituciones cuyo uso se reservaba para los “tontos”, como el Hotel Dieu, en donde sólo se admitían “locos”, o en el Londres Bethlem, en donde sólo aceptaban a una clase de “locos”. Foucault destaca que, al internar a los “locos”, al menos era una prueba de que se realizaban los exámenes médicos necesarios para determinar la condición del individuo.
Sin embargo, este no era el caso en la mayoría de los lugares de este tipo. Igualmente el autor sugiere que la confusión dada en el internamiento era una visión injusta, pues en este caso se refiere a la época clásica desde una perspectiva contemporánea. Sin embargo, no lo toma como un error en la edad clásica, sino como una exclusión más.
Con mayores investigaciones, Foucault destaca que los refugios destinados a los tontos no eran nuevos en la época clásica. La novedad presentada durante ese tiempo son los lugares que mezclan locos y otros, caridad y represión. Incluso afirma la existencia de hospitales para enfermos mentales. Durante el siglo VII se encontraba uno en Fez. En el siglo XII en Bagdad y al siglo siguiente, en El Cairo.
Enfermedad del alma
En la última etapa de uno de los mejores libros de Michel Foucault, el autor, al seguir con sus investigaciones, declara que la locura finalmente fue reconocida como una enfermedad del alma y más tarde, con Freud, como una enfermedad mental. Para Foucault era bastante llamativo e interesante el hecho de que el estatus de un loco pasara de ser aceptado o reconocido en el orden social a ser excluido y encerrado dentro de cuatro paredes. Antes se les consideraba como personas llenas de sabiduría, y ahora son apestados sociales que deben ser encerrados dentro de cuatro paredes.
Al mismo tiempo el filósofo analiza las diferentes maneras de tratar a los locos, sobre todo la obra de Philippe Pinel y Samuel Tuke. En ella se muestran de manera detallada los tratamientos que eran aplicados por los hombres mencionados. Sus métodos consistían en castigos severos a los individuos catalogados como locos, hasta que aprendieran a actuar bajo los criterios que la sociedad consideraba morales. Esto llevó a que las personas usadas en estos experimentos actuaran de forma sumisa y se ajustaran de mejor forma a las normas aceptadas por la sociedad.
En este mismo sentido, el tratamiento del loco, de Pinel, parece ser una versión extendida de la llamada terapia de aversión. En ella se aplicaban tratamientos agresivos como ducha de hielo, o el uso de camisas de fuerza. Foucault opinaba que este tipo de tratamiento sólo tenía como objetivo brutalizar al paciente de forma repetitiva hasta que se integrara lo suficiente dentro de la estructura del juicio y el castigo.
Las palabras y las cosas
Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas, o en francés Les Mots et les Choses: Une achéologie des sciences humaines, es otro de los numerosos libros escritos por Michel Foucault. Fue publicado por primera vez en el año 1966. Originalmente, Foucault deseaba titular su obra como El orden de las cosas, pero cambió el título porque el mismo había sido usado previamente por dos trabajos estructuralistas, con un tiempo de diferencia muy corto al suyo.
En esta obra, Foucault investiga profundamente sobre los orígenes de las ciencias humanas, haciendo énfasis en los de la psicología y la sociología. Su libro inicia con una larga discusión con respecto a la pintura de Diego Velázquez, Las Meninas; tomando en cuenta su compleja disposición de las líneas de visión, apariencia y ocultamiento. A partir de ello expone su argumento principal, que consiste en que todos los periodos históricos han tenido sus propias condiciones subyacentes de verdad, construyendo en cada época lo que era aceptable o no, por ejemplo, el discurso científico.
Las condiciones del discurso científico han cambiado a medida que el tiempo pasa, de un periodo de conocimiento a otro. Foucault expone los paralelismos existentes durante el desarrollo de tres campos distintos dentro del conocimiento científico, que son la lingüística, la biología y la economía.
La crítica de Foucault en este libro ha tenido gran influencia dentro del campo de historia cultural. Los cambios de conciencia a los que hace referencia en los primeros capítulos de su obra han inspirado a algunos importantes estudiosos como Theodore Porter, a investigar con mayor profundidad las bases del conocimiento hasta nuestra actualidad. Igualmente critica la proyección de categorías modernas de conocimiento sobre materias que son irrefutablemente ininteligibles, a pesar del gran conocimiento histórico que se posee.
Este libro de Foucault fue publicado el mismo año que La teoría de la literatura de Todorov y Crítica y Verdad de Barthes. Sin embargo, la recepción de esta obra fue increíblemente positiva, consolidando el campo intelectual de Foucault en Francia. En su libro de estructuralismo, Jean Piaget comparó el conocimiento plasmado en estos libros de Michel Foucault con la noción de paradigma de Thomas Kuhn.
La primera edición de Las palabras y las cosas fue agotada en un mes. Los siguientes quince mil ejemplares fueron vendidos rápidamente, aunque se tratara de un texto sumamente complejo, con una lectura difícil de entender. Adicionalmente, generalmente la temática de historia de las ciencias no resulta de mucha atracción para el público. Pero este no fue el caso para el libro de Michel Foucault. Muchos intelectuales consideran que el éxito temprano de esta obra radica en la polémica que inició el anuncio que incluyó Foucault en la parte final de la obra con respecto a la muerte del hombre.
La arqueología del saber
La arqueología del saber fue publicado en el año 1969 y representa la principal aventura de Michel Foucault en metodología. Este libro fue escrito como forma de lidiar con la percepción que se tenía de uno de sus libros anteriores, Las palabras y las cosas. En esta obra hace referencia a la filosofía analítica angloamericana, particularmente a la teoría del acto discursivo. Su análisis se basa en el enunciado, que es la unidad fundamental del discurso, pero considera que había sido totalmente ignorada hasta ese momento.
De acuerdo con Foucault, los enunciados dependen de las condiciones en las que surgen y existen dentro del campo del discurso. No se trata de proposiciones, o declaraciones, o actos discursivos. Realiza gran énfasis dentro de su análisis en la consideración de los actos discursivos como serios en cuanto al análisis literal, en lugar de buscar un significado más profundo sobre ellos. Es importante destacar que su intención no es invalidar ninguna forma de analizar el discurso, simplemente sugiere algunas nuevas.
Dentro de la teoría principal de este libro, el autor argumenta que el estudio contemporáneo de la historia de las ideas es dependiente de las continuidades que se desarrollan bajo una inspección cercana, aunque apunte a momentos de transición entre las diversas visiones del mundo a través del tiempo. La historia de las ideas, en este caso, marca puntos de discontinuidad entre los modos de conocimientos generales. Sin embargo, la suposición de que esos modos son la verdad absoluta, no permite observar toda la complejidad del discurso.
Igualmente, afirma que los discursos nacen y se transforman a partir del gran conjunto de relaciones discursivas e institucionales, que pueden ser definidas como quebraduras y rupturas o temas unificados. Al contrario de lo que piensa Foucault, muchos consideran que los discursos emergen en conformidad con las series de visiones del mundo en desarrollo.
Foucault define el discurso como la forma de hablar. Por lo tanto, el método que plasma en su obra sólo estudia el conjunto de las cosas dichas en sus surgimientos y transformaciones, dejando de lado las especulaciones sobre el todo o significado colectivo de sus declaraciones. Además, insiste sobre el discurso en sí mismo hasta su unidad más básica: la declaración. A lo largo de todo el libro, expresa sus argumentos a favor o en contra de distintas nociones de lo que son aspectos inherentes en una declaración, sin embargo, no llega a una definición realmente comprensiva.
De igual forma, sostiene que la declaración posee las normas que dan forma a una expresión (una frase, proposición o el acto de habla), que sea discursivamente significativa. Su concepto de significado es distinto al concepto de sentido. Él sostiene que, aunque una expresión sea significante, podría ser un sinsentido de forma discursiva y, por lo tanto, carece de existencia en un discurso. Por esa razón, la declaración es una función fundamental y existencial para el significado de un discurso.
Al tratarse de normas, la “declaración” tiene un significado especial dentro de este libro. No consiste en la expresión misma, sino en las reglas que permiten a la expresión ser discursivamente significativa. Las normas en cuestión no son las sintácticas o semánticas, sino reglas adicionales. Al igual que los estructuralistas, Michel Foucault demuestra que las estructuras semánticas y sintácticas no pueden ser suficientes para poder determinar todo el significado de un discurso en una expresión.
Una frase, aunque esté gramaticalmente correcta puede no tener significado discursivo si cumple o no con las normas mencionadas. En cambio, una oración gramaticalmente incorrecta puede ser discursivamente significativa, incluso letras que a simple vista parecen sin sentido. Por lo tanto, el sentido de las expresiones discursivas depende en su totalidad de las condiciones en las que surjan y existan dentro de un campo de discurso. Al mismo tiempo, las declaraciones son también eventos, porque como otras reglas, aparecen o desaparecen a través del tiempo.
El análisis en sí da vuelta a la organizada dispersión de las declaraciones, a las que Foucault llama formaciones discursivas. Igualmente hace énfasis en que el análisis que él realiza sólo es uno de los procedimientos posibles, no es una verdad absoluta y tampoco busca anular o desacreditar otras formas de análisis discursivos.
Vigilar y castigar
Vigilar y castigar es uno de los libros más importantes e interesantes de Michel Foucault. Fue publicado en 1975 y realiza una descripción bastante gráfica sobre la ejecución pública del regicida Damiens, en el año 1757. En contraste, el autor describe dentro de esta obra una prisión gris, ochenta años más tarde. Al mismo tiempo, intenta entender de qué forma pudo ocurrir un cambio tan drástico en la forma de castigar a los convictos en un periodo de tiempo tan corto. Las dos formas de castigo o tecnologías de castigo, para Foucault, son la monárquica, que consiste en la represión de las personas a través de torturas y ejecuciones públicas.
Por otro lado, la segunda tecnología de castigo, llamada castigo disciplinario, es la forma de castigo que se practica más hoy en día. Este tipo de castigo otorga poder a los profesionales (psicólogos, guardias, jueces, entre otros) sobre los prisioneros, es decir, la duración de la condena depende de la opinión de los mismos profesionales. Este último nace a partir de la reforma y reorganización del sistema jurídico. Con ello se cambia el concepto de la penalidad. Foucault desarrolla los principios más importantes de la ley penal basándose en el primer y segundo código penal francés.
El primer principio yace en que el concepto de ley penal deja de tener relación con la religión y la moral. Esta ley es quien señala qué conductas son consideradas como crímenes o infracciones y cuál será la pena apropiada a la persona que ejecute dichas conductas. El segundo principio consiste en que la ley debe representar lo que es útil para la sociedad, y no transcribir las leyes naturales o morales.
Por último, el tercer principio es que la ley defina de forma clara y precisa los hechos que son considerados como crímenes, y estos son todos aquellos que damnifiquen, incomoden o perturben el orden social. La ley penal tiene como objetivo reparar el daño si no es posible evitar que el individuo cometa los mismos crímenes.
En esta obra, Foucault compara a la sociedad moderna con el diseño de las prisiones llamadas panópticos de Bentham, las cuales nunca fueron construidas pero debido a su diseño, sí tomadas en cuenta. En ellas, un solo guardia puede vigilar a una gran cantidad de prisioneros, mientras que el guardia no era visible para los prisioneros. El calabozo tétrico y oscuro utilizado en la pre modernidad es reemplazado por la prisión brillante, sin embargo, el autor advierte que la visibilidad es una trampa. A través de vigilancia destinada a ser utilizada en estas prisiones, la sociedad moderna ejercita de forma libre sus sistemas de control de poder y conocimiento.
Como en otros de sus libros, Michel Foucault una vez más sugiere que en todos los planos de la sociedad moderna existe una clase de prisión continua. Desde las cárceles en su forma literal de máxima seguridad, hasta trabajadores sociales, policías, maestros y otros trabajos de nuestra vida diaria. Todos estos aspectos se conectan entre sí mediante vigilancia, deliberada o no, de unos seres humanos a otros, con el objetivo de encontrar una “normalización” de la población.
En esta obra Foucault tiene como objetivo demostrar que somos vigilados siempre por un superior, pues existe un sistema dominante que no sólo moldea los sistemas de encierro sino a los individuos de la sociedad en general, estableciendo disciplinas en donde se nos dice de qué forma debemos actuar y, en cualquier ámbito, existirá un superior con la autorización de castigar a aquellos que no actúen de las formas esperadas.
Así mismo, este libro de Michel Foucault está dividido en cuatro partes: suplicio, castigo, disciplina y prisión.
Suplicio
Desde la edad media, el suplicio se basaba en un fuerte modelo de demostración penal. Su principal objetivo era manifestar la verdad que se había obtenido gracias a todo el proceso penal, haciendo del culpable el pregonero de su propia condena, al llevar el castigo físico en su propio cuerpo. Por ejemplo, paseo por las calles, carteles, lectura de la sentencia en los cruces, entre otros. Adicionalmente, el suplicio también se involucra dentro de rituales políticos, pues en el derecho de la Edad Antigua, el crimen implicaba un ataque al soberano, que era de quien emanaba la ley. Por lo tanto, la pena no sólo se impone para reparar el daño cometido, sino como venganza por la ofensa hecha al rey.
Sin embargo, en los siglos XVII y XIX, los suplicios comienzan a desaparecer debido a dos procesos:
- Desaparición del espectáculo punitivo: los días de suplicio y ejecuciones eran momentos adecuados para cometer desórdenes entre el público presente. Adicionalmente, el condenado, en lugar de convertirse en un apestado social, se volvía objeto de admiración. Es por ello que a partir del siglo XIX, el castigo se vuelve la parte más secreta del proceso penal.
- Relajamiento de la acción sobre el cuerpo del delincuente: las nuevas penas como prisión y trabajos forzosos también son físicos, pero se aplican más que todo como medio para la privación de libertad del delincuente. En ese momento, el objeto de la operación punitiva deja de ser el cuerpo en sí y pasa a ser el alma del individuo. Ya no se juzga simplemente el hecho delictivo, sino las pasiones, instintos, anomalías o adaptaciones que pueda tener quien comete el crimen. Por lo tanto ya no se califica a los delincuentes sobre lo que han hecho, sino por el tipo de individuos que son y pueden ser. Adicionalmente, con ello aparece una serie de expertos como psiquiatras, educadores y funcionarios alrededor del castigo.
Castigo
Iniciando la segunda mitad del siglo XVIII se desenvuelven protestas en contra de los suplicios, ya que son considerados como humillantes y peligrosos. Las críticas encontraban sus fundamentos en que el concepto de humanidad debe ser percibido como algo que debe ser respetado, incluso en los peores delincuentes. Sin embargo, para Foucault, detrás de esas críticas sólo se ocultaba la búsqueda de una nueva economía del castigo.
El aumento de la riqueza, junto a los cambios sociales del siglo XVIII significaron una disminución significativa de los crímenes de sangre, pero un incremento de los delitos contra las propiedades. En ese sentido, la burguesía de ese entonces sentía la necesidad de ejercer la justicia con métodos más drásticos, castigando todo pequeño acto delictivo que antes se pasaba por alto y para la que el suplicio quedaba desmedido. Es por ello que se le pide a los reformadores durante este siglo castigar con una severidad atenuada, pero para hacerlo con mayor universalidad y necesidad.
Se considera, en este estudio de Foucault, que el delito ataca a toda la sociedad, por lo que esta tiene derecho de defenderse y castigarlo. Pero el castigo ya no puede ser usado como una venganza, sino como una defensa para la sociedad y una herramienta de utilidad para el cuerpo social.
Disciplina
En la tercera parte de uno de sus libros, Michel Foucault realiza un análisis de todos los cambios realizados en hospitales, cuarteles, escuelas, entre otros. Todo esto con el objetivo de relacionar las formas de control de los individuos que aparecen en estos escenarios con sus demás análisis de la economía del castigo. En el siglo XVIII, se descubre que las técnicas disciplinarias permiten un control más cuidadoso del cuerpo, imponiendo la docilidad.
La disciplina es capaz de premiar solamente concediendo ascensos o de castigar degradando. Por lo tanto, el castigo del poder disciplinario no se inclina hacia la expiación, sino a la normalización. Existe, a su vez, una serie de disciplinas o instrumentos:
- Vigilancia jerárquica: consiste en la vigilancia que no sea notada. Por ejemplo, se iniciaron construcciones de edificio que no estén hechos para admirar o para ver al exterior, sino para garantizar un control interior.
- Castigo disciplinario: son todos los sistemas disciplinarios. Estos funcionan con algún tipo de mecanismo penal: leyes, castigos particulares o sus propias normas se sanción.
- Examen: consiste en una mirada normalizadora en donde se califica, clasifica y finalmente, se castiga. El examen es esencial para la constitución de ciencias humanas y sociales, basado en los mecanismos de poder. El examen requiere a su vez, de una rigurosa documentación y registro. De esa forma el sujeto es un objeto descriptible, analizable, en donde se estudian sus rasgos y evolución individual.
Prisión
Aunque en ese momento la prisión no era ninguna novedad, al pasar los siglos XVIII hasta el XIX inicia a imponerse como castigo alrededor de todo el mundo, pues brinda ciertas ventajas con respecto a las formas anteriores de pena. Por ejemplo, en la sociedad donde la libertad es el bien por excelencia, la privación de la misma también se percibe como un mal para todos así que parece un castigo igualitario.
La prisión permite a las personas en el poder cuantificar la pena exacta a través de la variable de tiempo. Esta institución asume un papel de objeto o herramienta para transformar a los individuos. Por lo tanto, reproduce de manera acentuada todos los mecanismos disciplinarios que aparecen en la sociedad. Los principios más básicos sobre los que se fundamenta la prisión para ejercer la total educación del individuo son:
- Aislamiento del condenado: garantiza el poder que se ejerce sobre el individuo con una intensidad máxima, pues no podrá ser contrarrestado por otras influencias.
- Trabajo: se percibe como un agente de la transformación penitenciaria. La producción del individuo en el trabajo no es lo que se considera útil, sino los efectos que el trabajo en sí ejerce sobre el condenado, quien se transformará en un individuo que sigue las normas de la sociedad industrial.
- Modulación de la pena: de esta forma se cuantifica exactamente el tiempo de las condenas y graduarlas al mismo tiempo según las circunstancias. La duración de la pena debe ser ajustada a la transformación del prisionero a lo largo de su condena.
Este es uno de los libros de Michel Foucault que causaron mayor controversia, pues expone los duros métodos disciplinarios de las prisiones alrededor del mundo. Incluso se realizó un experimento basado en este libro.
Historia de la sexualidad
Hasta la muerte de Michel Foucault, se publicaron tres volúmenes de los libros de Historia de la sexualidad. El primero, publicado en 1976, se titula La voluntad del Saber. Este se centra en el funcionamiento de la sexualidad con respecto al surgimiento del biopoder, es decir, el control total sobre los cuerpos vivos. Aquí el problema se encuentra fragmentado, deslocalizado y es ambiguo, pero se encuentra en todas las relaciones sociales que pueden existir.
En este libro Foucault discute sobre las hipótesis represivas, es decir, la creencia común de que hemos reprimido nuestros impulsos sexuales desde el siglo XVII. A su vez, propone una perspectiva de la sexualidad promovida, a través de su construcción discursiva. Sin embargo, la supuesta libertad sexual se enfrenta constantemente con el control de los cuerpos vivos, el biopoder.
Foucault describe el discurso y la libertad sexual lograda en las últimas décadas, o simplemente deseada por aquellos que defienden la libertad, como un dispositivo falso, cuyo objetivo es desviar la atención social de lo que debe ser el objeto verdadero de lucha: el control sobre nuestros propios cuerpos, deseos y pasiones. En volúmenes posteriores de sus libros de sexualidad, Michel Foucault demuestra su cambio de perspectiva, particularmente en El uso de los placeres y La inquietud de Sí, en 1984.
Ambos libros abordan el uso del cuerpo en un sentido bastante amplio, abarcando áreas económicas, dietéticas y sexuales en la Grecia antigua y en la Roma Imperial. El cuarto volumen de esta serie de obras fue publicado después de su muerte. En él se abarca el inicio de la era cristiana y su moral ascética.
Estos libros de Michel Foucault tuvieron una excelente recepción debido a sus conceptos de sexualidad y cómo esta es vista dentro de la sociedad.
Críticas
A pesar de que Michel Foucault fue un gran pensador y lo demostró a través de sus libros, también recibió muchas críticas por sus obras e ideales. En este apartado del artículo te brindamos información sobre algunas de sus críticas más significativas.
Ideales de género y feminismo
Si bien es cierto que las feministas americanas han construido su movimiento sobre las críticas por parte de Michel Foucault en sus libros a la construcción histórica de los roles de género y la sexualidad, algunas lo acusan de androcentrismo, sólo adoptando las perspectivas masculinas sobre la ética y a subjetividad.
Las declaraciones ubicadas en los libros de Michel Foucault contra la penalización de las agresiones sexuales, igualando estos hechos con meras agresiones son bastante controversiales y no encajan dentro del movimiento feminista, que busca justamente la igualdad entre ambos géneros y eliminar la agresión sexual, luchando por que esta sea debidamente castigada, pues dentro de nuestra sociedad es pasada por alto en la mayoría de los casos.
Teoría LGBT/Queer
En sus libros, Michel Foucault entiende y describe las sexualidades como conceptos socialmente construidos que se la atribuyen a los cuerpos de cada individuo. Esta ideología ha sido muy influyente a lo largo de los años, por ejemplo, a través del trabajo de las teóricas queer Judith Butler y Eve Kosofsky Sedgwick. Sin embargo, la resistencia que expresaba Michel Foucault a la política de identidad y el rechazo a la elección de objetos sexuales como fundamento principal para el comportamiento sexual, no encaja con varias formulaciones y normas de identidad queer o gay.
Históricamente el término queer encierra un término peyorativo, hace referencias a culpas secretas y perversidades a los ojos de la sociedad. En inglés, este término quiere decir extraño, raro, curioso, desviado o invertido. En esa época se utilizaba el término para referirse a aquellos individuos que la sociedad consideraba como anormales, por no encajar dentro de las normas establecidas por el sistema dominante. En ese orden de ideas, la palabra queer era utilizada para etiquetas una sexualidad entendida como patológica, pecaminosa o criminal.
La propuesta queer nació como un proceso de cuestionamiento de la sexualidad dominante, la cual se sostiene en categorías binarias y mutuamente excluyente, como hombre/mujer, heterosexual/homosexual, entre otros. Estas categorías, a nivel conceptual, se establecen a través de la lectura de Foucault. Esto se debe a que el término queer designa teorías interpretativas con respecto a las prácticas sexuales y a la sexualidad en sí, una crítica de la cultura y sus manifestaciones. Sin embargo, el término también funciona para designar un tipo de movimiento social.
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