Hombres Necios (Poema) de Sor Juana Inés de la Cruz

Con su poema Hombres Necios que Acusáis, Sor Juana Inés de la Cruz muestra el trato desigual e injusto del cual es víctima la mujer a merced del machismo y de la marginación femenina. Es una poesía satírico-filosófica en la que plantea que son los hombres los causantes de la conducta sexual femenina que ellos mismos posteriormente reprueban.

Hombres necios

Poema de Sor Juana Inés de la Cruz Hombres Necios

Este poema es una ironía, demanda o crítica a los hombres que, cautivados por una mujer, la estiman culpable por desencadenar sus pasiones. En verdad, razona poéticamente la autora, es una culpa mutua. El punto de vista es desde la ética católica de una sexualidad canalizada por la castidad, por ende, una conducta opuesta a estos principios es estimada como un pecado.

Siendo así, el hombre es el que instiga por medio de la seducción y la mujer, de forma irreflexiva, reacciona a ese llamado. ¿Debe ser el género femenino el culpable, entonces, de apartar al hombre de una vida virtuosa?.

Argumento del Poema

El poema Hombres Necios que Acusáis, es una redondilla (estrofa castellana​ constituida por cuatro versos regularmente octosílabos) en la cual se utiliza un gran número de figuras literarias. La poesía se compone de 16 estrofas, todas ellas de un cuarteto de versos de ocho sílabas y una rima asonante ABBA.

La temática principal de la poesía es la crítica acerca de la actitud que asume el hombre ante la mujer procediendo de forma hipócrita, interesada e impulsiva, y de la cual Sor Juana Inés de la Cruz deja manifiesta su postura de disconformidad. Se ha de tener presente que ella fue una monja que amparaba la figura femenina y su valía, de allí su llamado de atención a la manera en que era tratada y el lugar que los hombres otorgaban a las mujeres de su tiempo.

Análisis del Poema

La escritora rompe el mutismo y critica la inequidad en el pensamiento masculino. En la estrofa inicial se abrevia la temática del poema, el fariseísmo del género varonil:

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.

En el poema se cita la queja de que los hombres repudien tanto a las mujeres que han cometido pecado carnal como a aquellas que son pudorosas y no se prestan al acto sexual. Por ejemplo,

Si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Sor Juana Inés de la Cruz cree que el hombre es el culpable de cautivar a la mujer y de su consecuente proceder que conduce al acto carnal.

Combatís su resistencia
y luego con gravedad
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

No obstante, igualmente deja claro que ello es culpa de las dos partes, del hombre que cautiva y de la mujer que se deja cautivar. Por ende, asimismo se destaca el valor moral con el cual ambos deberían contar y distinguir lo bueno y lo malo.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Hombres necios

Luego prosigue:

Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Tais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

El hombre, de su parte, exige una mujer decente pero a la vez desea que acepte sus pretensiones. Igualmente, termina diciendo por medio del empleo de la figura literaria de la antítesis “Y después de hacerlas malas/las queréis hallar muy buenas”, recalcando la discordancia de sus actos. En cualesquiera de los dos casos, repudio o conveniencia, Lucrecia o Tais, el hombre termina por proyectar la falta en la mujer:

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Y continúa:

Opinión ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis
que con desigual nivel
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

Conociéndose la irracional conducta de los hombres, el “yo poético” se cuestiona qué es lo que buscan en verdad:

¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?

Y luego:

Más entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y queja enhorabuena.

Por otra parte, el empleo de figuras literarias es continuo a lo extenso del poema, entre las que se pueden citar, por ejemplo, en esta estrofa se advierte el recurso literario antítesis, ya que se suscita una discrepancia de afirmaciones.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

Y prosigue:

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?

A continuación se muestra la utilización de la figura literaria de la aliteración, la cual se basa en la reiteración notoria de un sonido.

«Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis».

Y para finalizar:

Dejad de solicitar
y después con más razón
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

Comentarios a Hombres Necios que Acusáis

El poema es una sátira a la falsedad masculina y la delación de como la pasión quiebra la moral de ambos sexos cuando la intuición humana vulnera la actitud reflexiva y racional. Octavio Paz resalta que se redactó en un contexto en el que se difundían innumerables sátiras contra la mujer, el poema surgió en respuesta a las habladurías.

La poesía vocifera a los hombres que ellos igualmente son culpables, y les alienta a que sean congruentes: “Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis”. Es otras palabras, si las seduces ocasionando que no sean castas aceptarlas y quiérelas así, si no, no actúen de esta manera.

Diccionario Literario

Tais fue una prostituta de Atenas que hizo compañía a Alejandro Magno, famosa por cautivarlo para que incendiara un mítico salón persa. Lucrecia es oriunda de Roma y célebre por su honradez y lealtad a su marido. No obstante, su castidad atrajo a Sexto Tarquinio, hijo del emperador romano Tarquinio El Soberbio, quien la amenazó con asesinarla y aseverar que estaba teniendo relaciones con un esclavo si no copulaba con él.

Al próximo día ella fue ultrajada, se lo relató a su marido y le hizo jurar que habría venganza. Sin embargo, el peso de la violación fue tan grande para ella que se arrebató la vida suicidándose. Es alegoría de la pureza y lealtad en la mujer.

Tais y Lucrecia son personajes del enfrentamiento moral en los versos de Sor Juana Inés de la Cruz. La crítica se basa en que los hombres al tomar una mujer fácil de seducir como Tais, o ser repudiados por una mujer difícil como Lucrecia, igualmente inculpan al género femenino por lo que resulte.

Figuras Literarias de Hombres Necios

A lo largo del poema Hombre Necios existen varios ejemplos del empleo de las figuras literarias y de cómo pueden engrandecer los versos de un poema. Se usan numerosas figuras literarias de entre las que resaltamos las más importantes. En primer lugar, la utilización literaria de la figura antítesis:

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

En segunda posición, conseguimos la figura retórica del encabalgamiento, la cual consiste en no concluir las frases al final del verso sino en el que le sigue:

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis.

En tercer lugar, la aliteración, figura literaria de dicción que se basa en la reiteración de uno o varios sonidos en una misma palabra o frase:

¿Pues para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Biografía de Sor Juana Inés de la Cruz

Sor Juana Inés de la Cruz fue una monja perteneciente a la Orden de San Jerónimo, así como escritora nativa de Nueva España (actual México). Como autora fue representante del Siglo de Oro de la literatura en lengua castellana y se le consideró la décima musa, Se instruyó en poesía, auto sacramental y teatro, así como en prosa.

Nace con el nombre de Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, en la localidad de San Miguel Nepantla, Nueva España, un 12 de noviembre de 1648 y fallece el 17 de abril de 1695 en el Convento de San Jerónimo, Ciudad de México a causa de tifoidea. Precozmente aprendió lectura y escritura. Fue parte de la corte de Antonio de Toledo y Salazar, marqués de Mancera y 25.º virrey de Nueva España. Sus ansias de conocimiento le hicieron ingresar a la vida monástica en 1669.

Sus mecenas más relevantes fueron los virreyes De Mancera, el arzobispo virrey Payo Enríquez de Rivera y los marqueses de la Laguna de Camero Viejo, virreyes igualmente de la Nueva España, quienes editaron los dos tomos iniciales de sus obras en la península española. Merced a Juan Ignacio María de Castorena Ursúa y Goyeneche, obispo de Yucatán, se da a conocer la obra ella mantenía sin publicar cuando fue sentenciada a destruir sus textos. Él fue quien los hizo públicos en España.

Sor Juana Inés de la Cruz llegó a ocupar en unión a Juan Ruiz de Alarcón y Carlos de Sigüenza y Góngora, un prominente lugar en las letras de Nueva España.​ En el área de la lírica, su trabajo se ciñe a las tendencias del barroco español en su fase tardía. La creación lírica de Sor Juana, que alcanza a la mitad de su obra, es un crisol en el cual confluyen la cultura de una Nueva España en auge, el culteranismo de Góngora y la labor conceptista de Quevedo y Calderón.

El ejercicio dramático de Sor Juana se mueve de lo religioso a lo laico. Sus piezas más resaltantes en este género son «Amor es más Laberinto», «Los Empeños de una Casa» y una sucesión de autos sacramentales ideados para representarse en la corte.

Igualmente redactó poesía jocosa y satírica. No era novedosa en la retórica barroca la mofa de uno mismo, tendencia de la que Sor Juana hace parte al escribir una extensa gama de poesías burlescas. Su ironía a los «hombres necios» es el más popular de sus poemas.

Entre sus eruditos han existido discusiones acerca del supuesto feminismo que algún sector de la crítica le imputa a la monja. Las feministas han identificado en la Respuesta a Sor Filotea y en la redondilla Hombres Necios de Sor Juana, genuinos escritos de liberación para las mujeres.

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